La forma humana
Si te preguntas por qué en ocasiones te sientes tan desdichado, es porque te estás contando una historia que no es verdad, pero tú te la crees. La verdad es que tu sueño se ha distorsionado, pero eso no es ni bueno ni malo, ni correcto ni incorrecto, porque les sucede a billones de personas.
El sistema de creencias confiere una forma y una estructura a nuestra realidad virtual, y con cada acuerdo que establecemos, la estructura se hace más fuerte y gana mayor poder hasta que se convierte en algo casi tan rígido como un edificio de ladrillos. Si nos imaginamos que cada símbolo, cada concepto, cada acuerdo es como un ladrillo, entonces nuestra fe es como el cemento que mantiene unidos los ladrillos.
A medida que continuamos aprendiendo a lo largo de nuestra vida, mezclamos los símbolos en muchas direcciones y los conceptos interactúan entre ellos a fin de crear más conceptos complejos. La mente abstracta se organiza de un modo más complicado y la estructura sigue creciendo y creciendo hasta que tenemos la totalidad de todas las cosas que conocemos. Esta estructura es lo que los toltecas denominan la forma humana.
La forma humana no es la forma del cuerpo físico; es la forma que adopta nuestra mente. Es la estructura de las creencias sobre nosotros mismos y sobre todas las cosas que nos ayudan a darle un sentido a nuestro sueño. La forma humana nos proporciona nuestra identidad, pero no es lo mismo que el marco del sueño. El marco del sueño es el mundo material tal como es, lo que es verdad. La forma humana es el sistema de creencias que contiene todos los elementos de juicio. Todo lo que está en ese sistema de creencias conforma nuestra verdad personal y lo juzgamos todo según esas creencias, aun cuando esas creencias vayan en contra de nuestra propia naturaleza interior.
En el proceso de domesticación, el sistema de creencias se convierte en el libro de la ley que rige nuestra vida. Cuando seguimos las reglas según nuestro libro de la ley, nos recompensamos; cuando no seguimos las reglas, nos castigamos. El sistema de creencias se convierte en el gran juez de nuestra mente, pero también en la mayor víctima porque, en primer lugar, nos juzga, y después, nos castiga.
Las emociones son reales; son parte de la verdad, pero la razón por la que las estamos sintiendo no lo es. El gran juez está hecho de símbolos y funciona con símbolos para juzgar todo lo que percibimos, ¡incluso los símbolos! Aprendemos cientos, incluso miles de símbolos, cuentos y supersticiones. La víctima es la parte de nosotros que recibe el juicio y que sufre el castigo. Y cuando interactuamos con el sueño externo, juzgamos y castigamos a todas las personas y a todas las cosas según nuestro propio libro de la ley. El gran juez, por supuesto, hace un trabajo perfecto porque estamos de acuerdo con todas esas leyes.
El problema está en que el sistema de creencias cobra vida en nuestro interior y utiliza nuestro conocimiento en contra de nosotros mismos. Utiliza todo lo que sabemos, todas nuestras reglas sobre cómo tenemos que vivir nuestra vida, cómo castigar a la víctima, que es el ser humano. Utiliza nuestro lenguaje para crear el juicio personal, el rechazo de uno mismo, la culpa, la vergüenza. Abusa verbalmente de nosotros y nos hace sentir desdichados porque crea nuestros demonios personales y nuestro sueño personal del infierno. Son muchos los símbolos que podemos utilizar para decir lo mismo.
El sistema de creencias gobierna la vida humana como un tirano. Nos despoja de nuestra libertad y nos convierte en sus esclavos. Se apodera de nuestro yo real la vida humana, ¡y este sistema ni siquiera es real! Nuestro yo real permanece oculto en algún lugar de la mente y, cuando llegamos a ese punto, lo que controla la mente es todo lo que sabemos, todo lo que estuvimos de acuerdo en creer. El cuerpo humano, que es bello y perfecto, se convierte en la víctima de todos esos juicios y castigos; se convierte en un simple vehículo en el que la mente actúa y se proyecta a sí misma a través del cuerpo.
El sistema de creencias constituye el reino de la mente; no podemos verlo ni medirlo, pero sabemos que existe. Tal vez lo que no sabemos es que esta estructura sólo existe porque la hemos creado nosotros. Nuestra creación está completamente apegada a nosotros; nos sigue dondequiera que vayamos.
Hemos estado viviendo de esta manera desde hace tanto tiempo que ni siquiera advertimos que vivimos en esta estructura. Y aunque la mente no es real -es virtual- tiene a la vez un poder total porque también ha sido creada por la vida.
Así que una cosa muy importante en la maestría de la conciencia es ser consciente de nuestra propia creación. Ser consciente de que está viva. Cada una de nuestras creencias, desde la más mínima, como el sonido de una letra, hasta una filosofía completa, utiliza nuestra fuerza vital para sobrevivir.
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por don Miguel Ruiz Jr.
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