El Lenguaje del Aquí-Ahora (Osho).
Estás soñando con el futuro porque todavía no probaste el presente. Empieza a probar el presente.
Encuentra unos pocos momentos en los que simplemente te deleites. Mirando los árboles, sólo sé la mirada. Escuchando a los pájaros, sé el oído que escucha. Deja que los pájaros lleguen a lo más profundo de tu corazón. Deja que su canción se desparrame en tu ser.
Sentado al lado del mar, sólo escucha el salvaje rugir de las olas, conviértete en uno/a con ellas… porque ese salvaje rugir de las olas no tiene pasado, no tiene futuro; si puedes sintonizar con ellas, tú también te convertirás en un rugido salvaje.
Abrázate a un árbol y relájate en él. Siente la forma verde penetrando en tu ser.
Recuéstate en la arena, olvídate del mundo, sé uno con la arena, con su tibieza, siente como su tibieza te embriaga. Ve al río, nada y deja que el río nade en ti… chapotea en el agua y conviértete en esa salpicadura.
Haz cualquier cosa con la que sientes que disfrutas y disfrútala totalmente.
En esos pocos momentos, el pasado y el futuro desaparecerán y tú serás aquí-ahora. Y esos momentos traerán la primera buena nueva, el primer mensaje de Dios.
El mensaje está en los ríos y en el rugir salvaje del océano y en el silencio de las estrellas. La buena nueva está escrita en todas partes. Todo el universo es un mensaje. Descífralo, aprende su lenguaje, es el lenguaje de aquí-ahora.
Tu lenguaje es de pasado y futuro. Por lo tanto, si tú sigues hablando el lenguaje de la mente, nunca estarás en sintonía, en armonía con la existencia. Y si no pruebas esa armonía, ¿cómo puedes parar de soñar?, porque eso justamente es tu vida.
…
¿Estás ocupado?.
Mientras te levantabas esta mañana, yo te observaba… Esperaba que me hablaras, aunque fuesen unas cuantas palabras, preguntando mi opinión acerca de algún tema o agradeciéndome por algo bueno que te hubiese sucedido el día de ayer.
Pero noté que estabas muy ocupado… buscando la ropa adecuada que te ibas a poner para ir al trabajo. Seguía esperando mientras corrías por la casa arreglándote, creí que encontrarías unos cuantos minutos para detenerte y decirme ¡HOLA! … pero estabas demasiado ocupado…
Para ver si por fin me percibías, encendí el cielo para ti, lo llené de colores y dulces cantos de pájaros… pero ni siquiera te diste cuenta de ello. Te miré mientras ibas rumbo al trabajo y esperé pacientemente todo el día. Con tantas actividades supongo que… estabas muy ocupado para decirme algo.
De regreso, vi tu cansancio, quise rociarte para que el agua se llevara tu stress. Pensé que agradándote, te acordarías de mí. Sin embargo, enfurecido ofendiste mi nombre. Deseaba tanto que me hablaras… aún quedaba bastante tiempo.
Después encendiste el televisor. Esperé pacientemente mientras veías tu programa favorito, luego cenaste y nuevamente te olvidaste de hablar conmigo. Te noté cansado, entendí tu silencio y apagué el resplandor del cielo pero no te dejé a oscuras. Lo cambié por un lucero… en verdad fue hermoso, pero no estuviste interesado en verlo.
A la hora de dormir creo que ya estabas agotado. Dijiste buenas noches a tu familia, caminaste hacia tu cama y casi de inmediato te dormiste. Acompañé con música tus sueños, mis animales nocturnos se lucieron. No hay problema… porque quizás no te des cuenta que siempre estoy ahí para ti.
Tengo más paciencia de la que te imaginas. Quisiera enseñártela para que puedas tenerla con los demás. Te amo tanto que espero todos los días por una oración y el paisaje que diseño cada amanecer es para ti.
Bueno… te estás levantando de nuevo y no me queda otra cosa que entregarte todo el amor que siento por ti y continuar esperando que al menos el día de hoy me dediques sólo… un poco de tiempo. Que tengas un buen día.…
…
…
Donaciones Amorosas
Si te ha gustado la Publicación: ¡INViTANOS A UN CAFÉ!
Deja una respuesta