Como la Hermandad de la Luz, estamos con ustedes para ayudarles cuando lo necesiten, a los que nos llamen. Nosotros oímos cada palabra, cada pensamiento y cada sentimiento. Nosotros no juzgamos. Más bien tratamos de estimularles y ayudarles a llegar a una aceptación de su propio poder y belleza. Nosotros no podemos hacer el viaje por ustedes; solamente a ustedes les corresponde hacer el trabajo, pero nosotros ayudaremos y asistiremos de cualquier manera aceptada por la Ley Cósmica. Nuestras bendiciones van para todos. Somos sus hermanos y hermanas que siempre estamos junto a ustedes. Ustedes son conocidos y amados como las almas fuertes y valientes, para emprender esta gran jornada desde la separación hacia la Unidad de Consciencia. Para ascender no es necesario ser perfecto. Incluso el más alto de los iniciados encara sus propias batallas y victorias internas. Namasté. Nos inclinamos ante el Dios y la Diosa dentro de cada uno de ustedes.
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El «paso de tortuga» en el Sendero Espiritual
Mensaje del Amado Jesús
¡Amados Hijos de la Vida, Amados Hijos del Padre, amados amigos de tantas Eras! Son ustedes aquellos con quienes compartí tantos peregrinajes, con quienes Me paré frente a tantas iglesias, con quienes adoré sobre tantos altares en el largo trayecto de la evolución. Ustedes han estado buscando el Reino de Dios, el uso correcto de la energía de la vida y la devolución de la maestría auto-consciente. En cada latido del corazón, esta maestría es parte del recuerdo de los días antes de que las sombras cubrieran la Tierra, cuando hombres y mujeres caminaban en libertad, dignidad y maestría. El uso de la vida estaba consagrado y dedicado a expandir las fronteras del omni-expansivo Reino del Cielo, y a tejer en patrones de forma la magnífica perfección conocida en los niveles internos de conciencia.
La energía inquieta y agitada que impulsa al alma a buscar la Verdad, está motivada por esas memorias de la Maestría y Dignidad Divinas, a lo cual había nacido cada conciencia individual, y a lo cual, algún día, toda conciencia habrá de regresar.
Quisiera transmitirles una parte de Mi conciencia, la cual he buscado a través de las edades. Esta conciencia se sobrepuso a las sombras, a las limitaciones, a las cadenas y a las apariencias del mundo a través de la seguridad y confianza en el Poder de Dios.
Esta es la confianza que viene mediante la contemplación, mediante la Aplicación y mediante la dedicación de sus energías vitales hasta que sus sentimientos ya no juren más lealtad a las sombras; hasta que las energías de sus auras ya no sean puestas en movimiento turbulento por esas apariencias temibles (en realidad, dichas apariencias no tienen más poder que el que ustedes les dan); hasta que cada uno de ustedes llegue a la completa madurez de su propia Conciencia Crística. Una Conciencia Crística así es la que subyuga todo sentido de lealtad a las apariencias que atemorizan, angustian y molestan a la humanidad de la Tierra.
Todo lo que se requiere es un hombre así, anclado en sentimiento en el Omni-Poder de Dios, para transformar las energías de las masas. Es con el fin de educar y desarrollar en sus sentimientos esa convicción, esa seguridad de que el poder de Dios invocado actúa sin nunca fallar, que venimos una y otra vez.
En cada una de estas visitas, anclamos un poco más de la sustancia ígnea de Nuestros Mundos en el mundo de sus sentimientos, en su conciencia mental, en sus cuerpos etéricos y físicos.
Después de visitas como éstas, otra parte de las energías de sus diversos vehículos queda permanentemente calificada y consagrada por Dios, y ésta nunca más vuelve a ser calificada por las creaciones de la octava humana.
Sabio es aquél que pone su conciencia dentro de (y presiona sus cuerpos contra) la presencia viva de los Maestros de Sabiduría; y, vía el contagio, absorbe en su ser esas energías de confianza y fe en el poder del Todopoderoso.
Para ustedes, que tanto se aferran a las creencias de las edades, luce lento este proceso de transmutación, esta manifestación en obras de aquello que su conciencia agarra mentalmente. Sin embargo, créanme cuando les digo que el tejido de las cadenas y la traída de las energías de limitación a sus mundos, ha sido también un proceso excesivamente lento. Esto ha ocupado el libre albedrío de sus vidas y el uso de sus facultades durante millones y millones de años.
Por tanto, no se desanimen en sus primeros empeños por ordenar los mundos de sus conciencias, por sacar de sus templos individuales los múltiples temores acechantes, las dudas, las sospechas e incertidumbres. Si pudieran ver con la Visión Interna los siglos tras siglos que sus corrientes de vida han empleado en atraer esos desagradables visitantes a sus templos, se alegrarían de que están encontrando la libertad y el acceso al Reino de los Cielos con la rapidez que lo están logrando ustedes.
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Ser como el rábano y la zanahoria
Mensaje del Amado Serapis Bey
Oh, no cedamos ya más a cosas discordantes de la índole que sean!
Recuerden que dentro de toda Vida, todo es cooperación amorosa y amable. En toda Vida, en toda la Naturaleza, ¿interfiere el manzano con el cedro? ¿Interfiere el cerezo con el peral? ¿Acaso no existe una magnífica Ley de Selección? ¿Interfiere el tomate con la papa? ¿Interfiere el rábano con la zanahoria? Luego, la Ley de Selección -observen, esto es tremendo si lo captan- la Inteligencia Selectiva que actúa a través de la Naturaleza, es lo que ordinariamente se denomina una conciencia de masa.
Si bien es dirigida en gran medida por el Maha Chohán, empero actúa con precisión definitiva. ¿Por qué? Pues, porque la zanahoria no puede interferir con el rábano; y bien saben que ustedes son, con creces, más importantes que el rábano y la zanahoria.
Observen que estamos entrando en materia. ¡No pierdan detalle! Estas con cosas poderosas, Amados Míos, y una vez que capten esto en la conciencia emocional, nunca lo dejarán ir.
Eso que actúa como una masa a través de la Naturaleza, es mucho menos poderoso que la Inteligencia de su «Presencia» actuando a través de ustedes, ¿cierto? ¿Hay alguna comparación posible? Luego, ¿por qué no tienen ustedes el mismo resultado que la zanahoria y el rábano?
Pues, porque están interfiriendo constantemente entre sí. ¿Acaso no lo ven? Su deseo humano de dictarle a otra persona y decirle qué hacer, cuándo y cómo hacerlo, es lo que causa estragos en el mundo humano. Si ustedes pudieran ser como el rábano y la zanahoria, sin desear interferir entre sí, piensen entonces en lo maravillosa que su vida sería -llena de belleza, armonía y perfección.
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