Como la Hermandad de la Luz, estamos con ustedes para ayudarles cuando lo necesiten, a los que nos llamen. Nosotros oímos cada palabra, cada pensamiento y cada sentimiento. Nosotros no juzgamos. Más bien tratamos de estimularles y ayudarles a llegar a una aceptación de su propio poder y belleza. Nosotros no podemos hacer el viaje por ustedes; solamente a ustedes les corresponde hacer el trabajo, pero nosotros ayudaremos y asistiremos de cualquier manera aceptada por la Ley Cósmica. Nuestras bendiciones van para todos. Somos sus hermanos y hermanas que siempre estamos junto a ustedes. Ustedes son conocidos y amados como las almas fuertes y valientes, para emprender esta gran jornada desde la separación hacia la Unidad de Consciencia. Para ascender no es necesario ser perfecto. Incluso el más alto de los iniciados encara sus propias batallas y victorias internas. Namasté. Nos inclinamos ante el Dios y la Diosa dentro de cada uno de ustedes.
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La “Luz” representa la conciencia
Cuando no entendemos algo, decimos que debemos “traerlo a la luz”. Si nos hallamos confusos, decimos que nuestro proceso “necesita más luz”. Cuando una idea repentina vuelve a poner en orden nuestros pensamientos, decimos que “se hizo la luz”, y cuando una persona es totalmente consciente de algo, decimos de ella que está “iluminada”.
Cuando rechazas un pensamiento o un sentimiento negativo, estás rechazando corrientes de energía de baja frecuencia de tu sistema y esto permite, literalmente, un incremento en la frecuencia de tu propia conciencia.
Pensar en el Universo en términos de luz, de frecuencias y de energías dotadas de diferentes frecuencias -en términos que han llegado a sernos familiares debido al estudio de la luz física-, no es sólo metafórico. Se trata de una forma natural y poderosa de pensar en el Universo porque la luz física es un reflejo de la Luz no física.
Pensamientos diferentes crean emociones diferentes. Por ejemplo, los pensamientos de venganza, de violencia, de codicia o de utilización de los demás, crean emociones como la cólera, el odio, los celos o el temor. Son corrientes energéticas de baja frecuencia y, por tanto, bajan la frecuencia de tu Luz o, lo que es lo mismo, tu conciencia.
Pensamientos creativos, amorosos o de preocupación invocan emociones de alta frecuencia, tales como el aprecio, el perdón o la alegría, y, al mismo tiempo, elevan la frecuencia de tu sistema.
Si tus pensamientos son de los que atraen corrientes energéticas de baja frecuencia, tus actitudes físicas y emocionales se deteriorarán, y, como consecuencia, sufrirás enfermedades emocionales o físicas; por el contrario, los pensamientos que atraen corrientes energéticas de alta frecuencia provocan en ti un estado físico y emocional saludable.
Los sistemas de baja frecuencia extraen la energía de los de alta frecuencia. Si eres desconocedor de tus emociones y de tus pensamientos, tu frecuencia descenderá -perderás energía-, como consecuencia de otro sistema de frecuencia más bajo que el tuyo propio. Por ejemplo, de una persona deprimida decimos que se está “secando” o que le están “chupando la energía”.
Un sistema de frecuencia suficientemente elevado te aliviará, o calmará, o te refrescará como consecuencia del efecto de la calidad de su Luz sobre tu sistema. Un sistema de este tipo es “resplandeciente”.
La luz física no es la Luz de tu alma. La luz física viaja a una cierta velocidad. No puede ir más rápido. La Luz de tu alma es instantánea. No existe tiempo alguno entre la intención amorosa de una hija hacia su padre y el alma de su padre comprendiendo esa intención. En la realidad no-física, las decisiones que tomas en términos de cómo elegir el uso de tu energía posee efectos instantáneos. Forman una única cosa con quién eres y de qué eres.
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