Fundamentalmente todos deseamos vivir, deseamos vivir y realizarnos y no deseamos irnos a no ser que estemos completamente decepcionados de lo que hemos estado haciendo aquí. E incluso después de habernos ido deseamos regresar para completar las partes de nosotros que no hemos completado aquí.
Por lo tanto, el libre albedrío del hombre lo dirige hacia arriba o hacia abajo, o de una manera cíclica. Esa voluntad nos motoriza, y esa voluntad no es otra que nuestra propia voluntad. Así es como el hombre se enorgullece de su propia voluntad y de la manifestación de esa voluntad. Cuando estamos en la forma humana, tenemos que asegurarnos de manifestar todo el potencial humano que no es sino una réplica de lo divino, y asegurarnos de que satisfacemos al entorno y también a nosotros mismos.
Con ese fin se nos han dado las diez llamas. Ello decidirá nuestra capacidad de desarrollarnos, de crecer en la vida, y de ser seres iluminados. La primera de estas llamas es la llama del habla. Como todos sabemos, solamente a los seres humanos se les ha dado la llama del habla. No hay otras especies dotadas de habla, y esta tiene la facilidad del lenguaje y la facilidad de comunicación a través de la lengua. En las demás especies la lengua está sólo para saborear y comer, pero en el hombre la lengua sirve también para hablar. El habla es un fuego en sí misma. Puede ser encendida. Todos ustedes conocen las lenguas de fuego de la Biblia. Las lenguas flamígeras son muy conocidas en la astrología occidental. También hay símbolos como los grifos. Los grifos son animales especiales que arrojan muchas llamas a través de la lengua.
Cuando la palabra tiene el poder del fuego y el poder de la verdad, se dice que es una lengua de fuego. Los discípulos de Jesús, el Cristo, habían sido todos dotados por el Maestro con lenguas de fuego para poder llevar la Palabra y transmitirla en los alrededores, para asegurarse de que las personas adopten la vida del Yoga y del Discipulado. El habla es una facultad que usamos comúnmente, pero la cuestión es usarla cualitativamente.
Como discípulos tenemos la gran responsabilidad de usar la lengua para expresar la palabra, porque la palabra puede ser muy constructiva y producir la elevación de quienes escuchan, pero también puede ser muy destructiva y producir perturbaciones en los que escuchan y en el entorno. El habla puede traer conflicto, mientras que también puede traer armonía. Por lo tanto, hay una gran responsabilidad en el discipulado de no usar la lengua inútilmente. Usar la lengua para discursos críticos, para emitir juicios, para discursos maliciosos o manipuladores, engañosos, discursos inútiles como las habladurías, todos ellos son un abuso del fuego del habla por medio de lo cual el hombre se destruye a sí mismo.
Este fuego del habla o la llama del habla, puede reconstruirnos o destruirnos. Todo depende de cómo utilicemos nuestra lengua. ¿Utilizas tu lengua como un látigo y vas lastimando los sentimientos de los que te rodean? ¿O utilizas tu lengua para hacer que las personas se alivien de sus sufrimientos y elevando sus energías al expresarte de tal manera que los que escuchan tiendan a estar más armoniosos que antes?
A no ser que el pensamiento, la palabra y la acción estén en la misma línea, no podemos decir que estamos alineados. Cuando no estamos alineados no puede ocurrir nada en nosotros en términos de transformación. Nada. Cuando la gente habla, se puede ver si están alineados o no. A veces, por accidente están alineados, pero por su esfuerzo no están nunca alineados, porque son casuales en su forma de hablar. La Verdad es nuestro camino, la Verdad es nuestra meta, y finalmente sabremos que nosotros somos la Verdad.
Nosotros nos damos cuenta de que somos la Verdad siempre y cuando comencemos con lo fundamental que es intentar adoptar la disciplina y no hablar por hablar. Cuando decimos cosas sin intención, no conllevan el poder necesario. Cuando se habla con intención la palabra tiene poder. Cuando hablamos con la verdad, incluso disipa la oscuridad que nos rodea. Por lo tanto, el fuego de la palabra puede transformar a los seres.
El habla es cuádruple y podemos acceder a las dimensiones superiores del habla cuando seguimos la disciplina del habla. Hay iniciados que escuchan a los círculos superiores y luego lo expresan en los círculos inferiores. Hay iniciados que reciben La Palabra desde los círculos superiores y la transcriben en los círculos inferiores. Las Enseñanzas inspiradas, los escritos inspirados, no son más que la escucha por impresión y la enseñanza por impresión. Escuchan en los círculos superiores y luego la transmiten en los círculos inferiores en el idioma local. Para escuchar a los círculos superiores, uno debe aprender a ser extremadamente responsable en relación con su propio discurso. Aquellos que no siguen la facilidad de palabra y la disciplina correspondiente no pueden recibir de los círculos superiores, no pueden recibir impresiones de los círculos superiores. Eso significa que no pueden percibir; sólo conciben a partir del entorno y lo reproducen.
Concebir y reproducir a partir del entorno es una facultad común. Percibir desde los círculos superiores y manifestarlo en los círculos inferiores es un gran trabajo de un discípulo. Él siempre recibe de los círculos superiores, le da un lenguaje, y lo manifiesta en los círculos inferiores en beneficio del entorno.
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