Cuando el sol pasa de Aries a Tauro, una persona sensitiva percibe un cambio, en la atmósfera psíquica de la Tierra, de las muy cargadas radiaciones masculinas de Aries al suave y cariñoso talante del signo de Venus, gobernado por Tauro (el poder femenino).
Los antiguos representaban a Tauro como una suma sacerdotisa sentada en un trono, con un halo alrededor de la cabeza y un libro abierto sobre las rodillas. Un velo cubría su rostro, simbolizando la ocultación de los Misterios a la multitud aún no despierta. La divinidad femenina posee sagrados secretos de vida que nunca son revelados hasta que se aproxima un buscador con las manos limpias y el corazón puro.
El velo de los sacerdotes no se levantará nunca mientras el hombre guerree con su prójimo y continúe matando para comer, por deporte, por vanidad o para practicar crueldades como las de la vivisección. Toda vida es sagrada y todo seguirá así hasta que el hombre sea digno de levantar el velo de Isis (la Virgen Cósmica) y penetrar en los más profundos misterios de la vida.
Tauro es esencialmente la Jerarquía del Karma. En los últimos días de esta Era, tanto los individuos como las naciones están limpiando sus deudas kármicas, precisamente bajo este signo, asistido por su polo opuesto Escorpio, en preparación del futuro Nuevo Día. La guerra ha sido acertadamente descrita como una operación de la catarata espiritual.
Cuando el sol pasa por el signo de Tauro en el mes de mayo, la fuerza de Cristo asciende más y más hacia el aura espiritual de la Tierra. El discípulo que está hollando el Sendero de la Santidad, sigue la estela de la ascendente luz de Cristo y penetra en una esfera en la que se encuentra interiormente armonizado y fortalecido por el poder creador de la música. Los seres celestiales que habitan ese plano hablan un lenguaje musical. Cada uno de sus gestos produce música.
Ellos moldean y visten toda clase de formas por medio de los tonos musicales. En ese plano, todas las cosas que crecen maduran mediante el poder de la música, y los variados colores de las flores se producen mediante variaciones de tono. La música es ciertamente el supremo poder creador en ese elevado mundo.
La constelación de Tauro es el hogar de los arquetipos cósmicos de todo cuanto existe en la Tierra. Esos arquetipos son reflejados por su signo opuesto, Escorpio, hogar de los Señores de la Forma. Esta jerarquía enseña la construcción de formas en todo en plano físico. Y de la constelación de Tauro emana el tono misterioso que Dios utilizó para la Creación, esa Palabra creadora mediante la cual “todas las cosas fueron hechas y nada de lo que ha sido hecho se hizo sin ella”. Esta es la nota clave bíblica de Tauro.
Los Señores de Tauro guardan el arquetipo cósmico de un órgano maravilloso, destinado a convertirse en una parte del futuro cuerpo humano. Ese nuevo órgano, semejante a una rosa dorada, estará situado en la garganta y será el centro a través del cual el hombre de la Nueva Edad pronunciará la palabra creadora. Mediante su poder, la generación se convertirá en regeneración y el hombre será capaz de moldear la sustancia a su capricho.
En el plano donde las fuerzas de Tauro son más activas y luminosas, uno puede vislumbrar esa perfección y meditar sobre ella.
Entonces percibe el glorioso desarrollo que le espera en el futuro y comprende el sentido de las palabras del salmista: “Tú lo has hecho un poco inferior a los ángeles y lo has coronado de gloria y honor” (Salmo 8:5).
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Nota. Notas de Corinne Heline, Fraternidad Rosacruz de Max Heindel.…
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Marcelo Acosta
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