Un sabio antiguo declaró que: “como arriba, es abajo y como abajo es arriba”.
Todos los verdaderos Templos de Misterios del plano físico se han construido en armonía con el modelo zodiacal existente en los cielos. En ese círculo de doce constelaciones, Cáncer y Leo forman las dos columnas de la entrada al Templo Cósmico.
Se ha dicho que, mientras el Sol transita los signos de Cáncer y Leo durante los meses de julio y agosto, Cristo asciende al trono del Padre, donde se baña en Su trascendente gloria.
Allí se renueva y revitaliza, atrayendo más y más espiritualizadas fuerzas para proseguir su ministerio terrenal cuando vuelva a penetrar en los reinos de la Humanidad en el equinoccio de Libra.
Durante su permanencia en los cielos, el planeta tierra, clarividentemente observado, aparece luminoso por Sus radiaciones; y el observador comprueba en lo más profundo de su ser el significado de Su afirmación: “Me ha sido dado todo el poder en los cielos y en la Tierra”.
Cuando el Sol, pues, atraviesa los signos de Cáncer y de Leo, el iluminado que holla el sendero de la santidad, asciende a los más altos reinos de este planeta (accesa) y entra en una más profunda conciencia de trascendente poder.
Empieza a comprender que el amor, en su más elevado aspecto, no es una pasión o un sentimiento, sino una fase de la propia divinidad. Pedro fue imbuido de una fuerza amorosa de esa naturaleza. Él mismo se refirió a ella cuando dijo al lisiado a las puertas del Templo Hermoso: “Oro y plata no tengo, pero te doy lo que tengo… levántate y anda”. Y fue esa misma fuerza la que, de tal modo animó a Pablo que, a pesar de todas sus persecuciones y encarcelamientos, pudo pronunciar aquellas hermosas palabras: «Aunque yo hablase las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tuviera amor (caridad) sería como metal que suena sin ton ni son, o címbalo que retiñe sin objeto».
Cuando el aspirante alcanza ese grado de consecución espiritual, Cristo lo es todo para él y todo está en él. Servir como Él sirvió y amar como Él amó se convierten en su principal aspiración.
La nota clave bíblica de Leo resuena en las palabras: “Amar es cumplir la ley”. A él se le permite mirar en el Registro Akáshico el sagrado e iluminado corazón y asimilar algo de los profundos misterios que contiene.
Y comienza a entender la íntima conexión existente entre la Jerarquía de Cristo y el centro de luz del cuerpo humano, llamado corazón. Una de las primeras imágenes akáshicas que estudia, representa a Cristo, de pie, ante una puerta a la cual llama. En Su mano lleva una luz, y dice: “Mira que estoy llamando a la puerta: Si un hombre oye mi voz y me abre, iré a él”.
Enseguida este pasaje trae a la mente la realista representación hecha por Holman Hunt. Su cuadro ha inmortalizado esa actividad de búsqueda de nuestro Redentor. Hay razonablemente que pensar que la creación de esta obra maestra fue inspirada por el elevado obsequio que el artista recibió, tanto consciente como supra-conscientemente.
Los discípulos que trabajan en los planos internos frecuentemente se sitúan frente a esa pintura y meditan sobre su profundo significado, pues la puerta ante la que Cristo está, representa el corazón humano.
En la próxima Era de Acuario, a medida que la influencia amorosa de Leo vaya penetrando más profundamente en la Tierra, más buscadores se harán conscientes de la proximidad de Cristo y escucharán Sus palabras de súplica que resuenan por los pasillos del tiempo: “Mira que estoy llamando a la puerta: Si un hombre oye mi voz y me abre, iré a él”.
La constelación de Leo pertenece a la Triplicidad del Fuego. Luz, amor, autoridad y mando están entre sus notas clave. El corazón rige el cuerpo-templo humano y es el centro del amor.
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Con su creciente espiritualización, el corazón del discípulo aumenta su luminosidad hasta que, finalmente, camina en la luz como Cristo, que está en la luz.
Como consecuencia de esa irradiación, llama la atención y gana lealtad. La Jerarquía de Leo está implantando este ideal en lo más profundo de la Humanidad al enfocar su poder de amor sobre la Tierra.
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Nota. Notas de Corinne Heline, Fraternidad Rosacruz de Max Heindel.…
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