Cuando miramos al mundo, lo hacemos a través de nuestras emociones y nuestra mente, y por lo tanto tenemos que lidiar con el glamour y la ilusión. La mayoría de gente no es consciente de que existen estos dos estados. Divinizan su glamour y consideran sus ilusiones como sus posesiones preciadas y obtenidas con esfuerzo; consideran estas ilusiones como correctas y buenas y una parte inmutable de su vida diaria.
El peligro se encuentra en el glamour y la ilusión en los cuales todos vivimos, ya que a través de ellos podemos ser encarcelados, engañados, manipulados y destruidos. Responder a lo irreal y a lo innecesario impide a uno de concentrarse en las realidades de la vida y las circunstancias. Nos desviamos y deambulamos por callejones de la vida, y perdemos esa autopista directa que nos llevará a nuestra meta. Liberarse de estas dos anteojeras es una desesperada necesidad, ya que nuestro progreso futuro en todos los campos depende de ello.
Rodeamos todas las cosas de glamour e ilusión de manera habitual, automática e inconsciente. Nuestra calidad determina el tipo de ilusión al cual sucumbiremos, o el que crearemos. Aprendiendo a distinguir la forma que toman la ilusión y el glamour en nuestra vida diaria, lograremos la liberación. Para ver lo real desde lo ilusorio debemos saber a qué y a quién estamos apegados hasta el punto que nos impide una visión clara. Pero la dificultad surge porque a pocas personas les importa afrontar la verdad real. Afrontar esta verdad requiere la capacidad de reconocer errores y admitir equivocaciones. Esto no lo permitirá el falso orgullo de la mente. Nada puede impedir el progreso de aquellos que se han despertado del glamour y de la ilusión. Estos se vuelven más libres y útiles, y la inteligencia caracteriza su vida.
El glamour es ilusión en el plano emocional. Cada individuo, sin excepción, está sujeto a un glamour personal, grupal, nacional y racial. Creer que estamos intactos de glamour es simplemente otro glamour. El glamour afecta la vida diaria y todas las relaciones. Éstas están estrechamente conectadas con el entorno del individuo, su vida sexual, sus ambiciones, sus deseos, sus sueños, sus ideas e ideales, sus visiones y sus aspiraciones.
Las personas son como son porque su glamour individual condiciona su pensamiento y reacciones. Esto las convierte en sus ideas y crea una niebla impenetrable que distorsiona todos los contactos e impide que la verdad llegue a las personas. No ven la vida o las condiciones que las rodean de manera verdadera y clara. Ello hace que la adecuada discriminación sea difícil sino imposible.
El número de glamoures es incalculable. La mayoría de individuos están sujetos al glamour de la materialidad. Idealizan y buscan identificarse con el mundo material para encontrar satisfacción en placeres y actividades puramente físicas -en el sexo, la comida, el dinero, las posesiones materiales, el hogar, la comodidad y la belleza. Existe un intenso glamour de preocupación por estas cosas, por todo lo que concierne a ellas, preocupación por lo que les gusta, por cómo se sienten física y emocionalmente, por sus reacciones hacia la gente, por lo circundante y por los aspectos materiales de la vida diaria. Estos individuos dan vueltas sobre el centro de sus vidas diarias, sin ver nada de la realidad, sin oír nada más que el eco de sus propios pensamientos y, consecuente e inevitablemente, sin obtener la verdadera alegría de la vida.
Un discípulo.
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La Mayor Ilusión
Hay una pregunta que emerge en la mente de un aspirante en el camino: ¿obtienen los seres alguna vez el conocimiento y se dan cuenta de la Verdad? Pero esta pregunta no es más que una broma, ya que el ser mismo es la verdad y el conocimiento es inherente a uno mismo.
Cuando la verdad despierta desde adentro, el conocimiento también se revela a sí mismo desde adentro. Hasta ese momento, la verdad en uno mismo funciona como pulsación, respiración, habla y conciencia. Uno debería conocer estas facultades, no como propias de uno, sino de la Verdad que llevamos dentro.
La mayor ilusión que sufre un aspirante es buscar la Verdad a su alrededor en vez de buscarla en su interior. Esta es la mayor ilusión, Maya.
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