por K. Parvathi Kumar
Nos metemos en muchos problemas debido a los pensamientos inapropiados y la acción resultante. Hemos de tener el pensamiento adecuado en el momento apropiado. Para ello hemos de alinear nuestra mente con Buddhi (la luz del alma) y tener un Buddhi iluminado. Para ello, necesitamos la ayuda de un Maestro. Además, si tenemos un buen pensamiento, necesitamos el conocimiento adecuado para llevar a cabo ese pensamiento. Sin conocimiento, no puedes hacer nada, aunque tengas buena voluntad.
La voluntad en nosotros se compara con Shiva. El conocimiento se compara con Vishnu y la acción se compara con Brahma. Necesitamos las 3 energías para una acción apropiada. Por eso decimos: “Guru Brahma, Guru Vishnu, Guru Devo Maheswaraha”. Un Maestro es aquel que puede otorgarnos las 3 energías porque él es una personificación de los 3 Logos. Él es como el apoyo que un niño necesita cuando empieza a andar. Nos ayuda a tener los pensamientos adecuados y también la fortaleza necesaria, y el conocimiento para llevar a cabo las acciones relativas. Entonces podremos llevar a cabo nuestras obligaciones adecuadamente.
Además, la sabiduría que viene de un Maestro nos ayuda a conocernos a nosotros mismos y también nuestra relación con el Señor. Por eso, tenemos la tradición de venerar con el stotra: “Guru Brahma, Guru Vishnu…”, desde tiempos muy antiguos.
Swami Vivekananda pudo realizar su vida a través de la presencia de Ramakrishna Paramahamsa. Hasta que conoció a Paramahamsa, Vivekananda tenía mucho conocimiento, pero no tenía claridad sobre lo que debía hacer y cómo debía hacerlo. Él se enfrentó a muchos problemas en su vida antes de eso. La entrada de Paramahamsa en su vida cambio su vida completamente y todos sus problemas se resolvieron, y él se convirtió en un alma realizada y sigue inspirando a muchos aspirantes incluso hoy.
Valmiki solía ser un bandido. El robó a muchos e incluso mató a muchos. Se transformó completamente con la presencia de Narada y después de esa transformación, escribió el Ramayana. Ese es el efecto del Maestro en un discípulo.
La grandeza de un Maestro raramente se puede comprender por la apariencia externa. Solamente puede comprenderse por su Presencia.
Una vez comprendemos el valor de un Maestro, siempre lo mantenemos muy cerca de nosotros en nuestro corazón. Entonces no necesitamos llevar su imagen en nuestro bolsillo para mostrar que somos discípulos. No puedes estar cerca de él de esa forma. Es solamente posible cuando lo estableces en tu corazón. Entonces obtienes su presencia completamente y en todo momento. No sirve de nada si solamente vas diciéndole a todo el mundo que eres un discípulo tal y tal. Hemos de visualizar al Maestro en nuestro centro del corazón y venerarlo.
Cuando lo invocamos, hemos de visualizarlo descendiendo a nuestro centro del corazón. Hemos de visualizarlo en forma de luz. Más allá, podemos visualizar que nos está sonriendo y bendiciéndonos. Cuando crees que él está siempre presente en tu centro del corazón, él definitivamente te dará su presencia desde allí. Incluso obtendremos el toque de los 3 logos y del Señor Absoluto a través de su presencia. Al principio hemos de visualizar una forma iluminada que gradualmente se convierte en luz. Mientras medites de esta forma, permanecerás en la presencia del Maestro.
En este progreso, gradualmente, nuestra personalidad se transforma, de la misma forma que el hierro se transforma con la presencia del imán. El hierro también se convierte en imán gradualmente. Es también como el hijo siguiendo los pasos de su padre. Las energías de la voluntad, el conocimiento y la acción se transforman y purifican. Esta práctica de ir al centro del corazón también se establece en el proceso. Uno permanece fuera solamente para llevar a cabo sus responsabilidades y va hacia adentro el resto del tiempo. Ya no habrá más actividad innecesaria. Incluso tus gastos se reducen también. Incluso si miras desde el punto de vista económico, será bueno. No habrá malgasto de energías. Harás lo que es necesario solamente, hablarás solo cuando sea necesario, comerás solo lo que sea necesario, etc.
El Maestro siempre permanece en la cueva. De modo que tú también deberías entrar en la cueva de tu corazón para estar en Su presencia.
No extendamos nuestras actividades demasiado en la objetividad. El mundo externo va estirándonos hacia muchas actividades. Deberías limitarte tanto como sea posible. Quizás te inviten a muchos eventos y fiestas. No necesitas ir a todo. De modo que discrimina entre lo que es necesario y lo que no. Solo si tienes suficiente tiempo libre, podrás practicar esto. Puedes ir al interior de esta forma, incluso antes de ir a dormir. Has de esforzarte en ver la luz dentro de la cueva. Entonces la luz desciende desde el centro de la cabeza al centro del corazón. A través de esa luz, recibiremos muchas enseñanzas de sabiduría. Llegaremos a saber exactamente lo que debe hacerse, cómo debe hacerse y cuándo debe hacerse.
Vengo a este lugar solamente cuando recibo el mensaje desde el interior. No voy simplemente porque alguien me llama, porque muchos me llaman. Yo solo voy cuando tengo el instinto desde el interior. De esta forma, tú sabrás lo que debe hacerse y cuándo debe hacerse. Empezarás a ver y a oír desde el interior.
Cuando el Maestro da su presencia en el interior (en la subjetividad), uno puede experimentar claramente su presencia. Cada Maestro tiene su fragancia característica. Cuando esta práctica de volverse subjetivo es continua durante largos períodos, desarrollaremos un gusto por quedarnos en el mundo subjetivo, más que en el objetivo.
Una vez nos volvemos subjetivos, el Maestro nos guía desde el corazón al Sahasrara (Chakra Coronario). En algunas tradiciones, a este camino se le llama Hanuman. Todo Maestro da su Presencia desde el Sahasrara (Coronario) al Corazón. Con la supervisión de un Maestro, el discípulo viajará desde el corazón al Sahasrara. Entonces, las 3 gunas (Sattva, Rajas y Tamas: equilibrio, actividad y pasividad) formarán un triángulo equilátero.
Hemos de aprender a elevarnos desde los sentidos a la mente y colocarnos en Buddhi (luz del alma) desde donde podemos una vez más pasar a través del centro del triángulo equilátero para experimentar lo Absoluto que está más allá. Es el Maestro el que nos ayuda a obtener el estado liberado ayudándonos a ir más allá de los tres estados.
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No podemos superar las distorsiones por nosotros mismos. Necesitamos un Maestro. Ese Maestro tiene su propio Maestro. Y por eso tenemos la Jerarquía de Maestros como guías dándonos este conocimiento.
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