Jardines de la Presencia, por Juan Angel Moliterni
Serie de Pensamientos semilla capaces de elevar el espíritu, de abrirte el entendimiento y, poco a poco, de guiarte al jardín de la Presencia que hay ti. Mantén una conciencia abierta, y el Maestro sembrará en ti las semillas potenciales de sabiduría.
Es un tema muy comentado en la actualidad el de la conexión entre la mente y el cuerpo, pero no tanto la conexión entre el sentimiento y la voluntad. Hay una conexión natural entre la dimensión del sentimiento y la dimensión de la voluntad.
Cuando amas a alguien, te sientes impulsado a sonreírle, a acariciarle y a abrazarle. Esto es así porque cada sentimiento se manifiesta a través de unos determinados gestos -puesto que los gestos corresponden al centro de la voluntad. Sólo la mente-ego es lo que se interpone entre ambos, desconectando ambas dimensiones, logrando enfriar el corazón y calculando sus gestos.
La mente mide, el corazón fluye. Permite al alma que se recree en tu cuerpo, mente y emociones con la expresión de tu sentimiento de pureza y amor de un corazón maduro-sensible. Así el amor se alinea con las Leyes superiores bendiciendo, compartiendo y expandiéndose, reflejando un verdadero compromiso con la Vida y con los Seres; un compromiso alerta e iluminado con el YO SOY.
Cuando amamos, y lo hacemos con pureza por el hecho de amar y no por otros motivos, Dios nos confía más poder porque abriga la confianza en que lo utilizaremos sabiamente. El amor y el interés propio no se mezclan.
“Veamos entonces lo que significa amar a alguien. Cuando amas a alguien de verdad, reconoces en esa persona algo que transciende su forma. Es el reconocimiento de la esencia de esa persona y de la tuya propia, tu esencia reconoce a la suya y viceversa. Y esa esencia es lo que de divino hay en cada uno de nosotros así que se podría decir que cuando amas a otra persona, amas a Dios en esa otra persona. No amas a la persona en sí. Si amas a la persona en sí entonces es el ego el que entra en juego porque amarías la forma. Y si amas a la persona y no su esencia entonces el amor proviene del ego. Ese amor es muy diferente del amor verdadero” -ECKHART TOLLE.
Los santos y adeptos entienden que el amor requiere que nos mantengamos firmes y no retrocedamos bajando la intensidad de la llama del amor que tenemos encendida en el corazón. En palabras de HERMANN HESSE:
“No existe otra realidad salvo la que albergamos en nuestro interior. Ésa es la razón de que muchas personas vivan una vida tan irreal. Toman por reales las imágenes que están fuera de ellos y nunca permiten que el mundo interior se imponga”.
El amor humano es la puerta de entrada a la santidad. El amor en sí es un salto cuántico que nos lleva al borde mismo del último salto: hacia la interdimensionalidad.
El amor es una mano abierta, donde el amante puede ir y venir como un pájaro… ¡en libertad! En esa libertad se encuentra el verdadero amor y el respeto. En esa libertad está la dignidad y la plenitud de cada momento vivido intensamente.
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One Response
Maria Angélica Romero Blachet
Que hermoso artículo, con una definición tan contundente sobre lo que significa amar. Muchas gracias por sus artículos tan profundos. Un abrazo de Energía y Luz. Angélica RB. Viña del Mar.