Nuestra fe es titubeante, porque todavía no somos capaces de ver lo Divino en todo. Hemos de intentar primero ver la unidad en todo y después ver las demás identidades. Si vemos solo la diversidad pero no la unidad como esencia, empezamos a actuar bajo la ilusión.
“El mundo que tú ves y comprendes con tu mente es en su mayoría una ilusión” (Maestro Bharata).
Nuestro comportamiento está afectado por la diversidad. Nos comportamos con la gente que nos gusta de una forma y con los demás de otra forma diferente. Si aprendes a ver a cada uno como entidad Divina, tu comportamiento hacia todos será el mismo. Se basará en la situación y no estará basado en tus opiniones parciales.
La vida individual hace sus propias elecciones. Las elecciones de la personalidad varían y muchas veces difieren de las elecciones del alma. El trabajo del alma es manifestar la Voluntad de Dios, el Amor de Dios y transmitir el Conocimiento relativo a Dios, en el planeta Tierra. El alma está interesada en eso. La Naturaleza Divina coopera con los intereses del alma. La naturaleza de la personalidad no siempre se siente cómoda con estas directivas que vienen de la Voluntad de Dios, el Amor de Dios, la Luz de Dios.
Por lo tanto, la Naturaleza Divina tiene que ser compasiva. Si eres virtuoso, tienes que ser compasivo con las debilidades en ti y también ser compasivo con las debilidades en los demás. Antes de hacerlo, tenemos que saber qué es la debilidad y qué es la maldad. La maldad es la dimensión opuesta a la Voluntad de Dios. No nos deja mover. Nos detiene y nos sofocamos. La Voluntad Divina siempre tiene la intención de cumplir los propósitos para los que hemos sido traídos a la Tierra. La Naturaleza Divina es lo que busca un aspirante ardiente.
“El correcto conocimiento puede conseguirse a través de la correcta acción” (Maestro Bharata).
Aunque al principio no es agradable, lentamente se suaviza y se adapta a las virtudes que se ven mucho más en una Naturaleza Divina que en una simple naturaleza humana. Los que son simplemente humanos no son tan abundantes en sus virtudes. Los que están asociados con la Divinidad tienen mayores virtudes y esas virtudes son más eléctricas y magnéticas. Por eso adoptamos poco a poco un proceso de discipulado por medio del cual intentamos demostrar virtudes en nuestros discursos, en nuestras acciones y también en nuestros pensamientos. Hay una buena cooperación que ocurre entre la naturaleza humana y la Naturaleza Divina en nosotros.
Cuando esto ocurre, poco a poco el trabajo comienza a suceder en el exterior de una manera beneficiosa para el entorno. Entonces, el karma nos visita desde la naturaleza de la personalidad porque la naturaleza humana trae consigo a su personalidad.
La Naturaleza Divina no tiene karma. Por eso en nosotros funcionan dos dimensiones del karma. Estamos tironeados desde ambos lados, entre el karma de la personalidad y el impulso divino. Muchas prácticas que deseamos hacer provienen de la Naturaleza Divina pero no podemos llevarlas a cabo por las limitaciones de la personalidad que lleva el bagaje del karma. El karma no es otra cosa que la suma y esencia de todas las acciones pasadas que tenemos que enfrentar y neutralizar con la ayuda de la Naturaleza Divina.
El alma es una conciencia pulsante. La conciencia es la Luz en nosotros. La pulsación es el principio de la Vida. El principio de la Vida y el principio de la luz van juntos. El principio de la Luz trae Sabiduría, Voluntad y Amor, y lleva a cabo el trabajo.
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