por Jeff Foster
Estamos en guerra con los opuestos; rechazamos cualquier opuesto que no se ajuste a nuestra imagen de nosotros mismos, y no nos damos cuenta de algo muy importante: de que en realidad, no hay opuestos. Los opuestos son creación de la mente. Solo la mente separa la realidad, divide en dos las experiencias y luego se lanza en pos de uno de los opuestos e intenta escapar del otro. He aquí algo que resulta crucial entender: en realidad, los sentimientos no tienen opuesto. La energía del cuerpo no tiene opuesto. La vida no tiene opuesto.
¿Tiene este momento un opuesto? ¿Tiene un opuesto la presencia de la vida aquí y ahora? ¿Hay realmente algo que se oponga a ella?
Todo sentimiento y toda emoción son una experiencia completa en sí mismos. La experiencia en sí no tiene opuesto.
Profundicemos un poco más. No solo es que la belleza no sea lo opuesto de la fealdad, sino que la fealdad es además simplemente un concepto, y, como tal, no puede capturar la auténtica experiencia del momento presente. En otras palabras, sin el relato que cuenta que lo que estoy experimentando es fealdad, ¿qué está ocurriendo aquí de hecho?
Sin el relato de que lo que experimento en este momento es el fracaso, ¿qué hay aquí de hecho? Sin el relato de que lo que experimento en este instante es dolor, pesar, aburrimiento, ira, malestar, depresión, confusión, o incluso búsqueda, ¿qué hay de hecho aquí?
Sin cualquier relato sobre lo que está sucediendo ahora, sin catalogar esta experiencia como “fracaso” y compararla con el éxito, sin calificarla de “fealdad” y compararla con la belleza, sin llamarla “ira” o “dolor” y compararla con sus opuestos conceptuales, ¿cómo sé lo que de hecho estoy sintiendo?
Como decía antes, sin relato, no tienes forma de saber lo que estás experimentando. Sin ningún relato, sin nombrar las olas, la vida es simplemente energía en bruto, energía pura, en movimiento. Es el océano -sin nombre y misterioso- intentamos calificar esa energía; la juzgamos, tratamos de escapar de ella, la convertimos en el negativo de un opuesto positivo, y luego buscamos lo positivo.
Y sin embargo, por debajo de todo esto, ni siquiera sabemos en realidad de qué huimos (o nos aferramos a ellas).
Es al calificar las olas cuando la guerra comienza. ¿Qué imagen de ti deseas dar? ¿Qué quieres que los demás te consideren?
¿Qué sucede cuando nos desprendemos de todos los rótulos, de todas las descripciones que hemos aprendido, y afrontamos la energía en bruto de la vida tal como es en este momento, sin intentar cambiarla, eludirla ni aferrarnos a ella?
¿Qué ocurre cuando nos desprendemos de todas las descripciones de lo que es o no es este momento y sentimos profundamente las sensaciones presentes?
Aquí es donde empieza la verdadera aventura de la vida.
Y te encuentras con la energía en bruto de la vida. Estás desnudo ante la vida… y esta es la verdadera sanación. Es el derrumbe de todas las ideas sobre cómo debería ser este momento.
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