Las doce constelaciones del Zodíaco son más que una mera colección de estrellas que adornan el cielo. Cada constelación es el hogar de inteligencias espirituales, poseedoras de Sabiduría y Poder más allá de toda humana comprensión.
La personificación de la Justicia (Libra) se representa convencionalmente con los ojos vendados, dado que su acción es impersonal. No influida por la preferencia ni por el prejuicio mental, percibiendo con clara visión interior, los efectos de causas anteriores en sucesivos ciclos de renacimiento.
Cuando la visión espiritual se convierta en una facultad común a toda la raza, la Justicia dejará de representarse con los ojos vendados. Y, por el contrario, contemplará, sin miedo y compasivamente, al hombre y su mundo, con los ojos abiertos.
Libra es la estación del año en que la Tierra está equilibrada entre la luz y la oscuridad, entre el verano y el invierno.
Todos los pueblos han celebrado el año nuevo relacionado con el paso del sol por determinado punto de la eclíptica. Existen cuatro puntos de esta clase, que los astrónomos llaman equinoccios y solsticios.
Cada año, cuando el Cristo Arcangélico realiza Su viaje a la Tierra, mientras el orbe solar completa su circuito del Zodíaco (visto por los habitantes de la Tierra), esas poderosas Jerarquías juntan sus fuerzas espirituales con la de Cristo para sostener y nutrir todo lo que vive sobre el globo terráqueo.
Cuando el sol entra en Libra, en el equinoccio de otoño, el sublime Cristo alcanza la superficie exterior de la Tierra. Entonces tiene lugar una aceleración cósmica.
Lentamente, durante noviembre y diciembre, el rayo de Cristo penetra en los distintos planos internos del Planeta, hasta alcanzar el centro mismo de la esfera, por Navidad.
Para la visión superior, el rayo de Cristo es dorado, como el sol espiritual del cual emana. Constituye, verdaderamente, el sendero de santidad para todo discípulo que, sinceramente y con firmeza, se dedicó a la búsqueda durante el período del equinoccio de Libra (otoño).
En algún futuro solsticio de Capricornio (invierno), recibirá la luz divina, recién nacido en el corazón de la Tierra. Es tiempo de dedicación al Sendero de Cristo.
Antes de alcanzar la meta, cada aspirante debe aprender la lección cósmica de Libra:
“Entonces comprenderás la justicia y el derecho, la rectitud y toda obra buena” (Proverbios 2:9).
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Distinguir lo real de lo irreal, lo verdadero de lo falso, es también la nota-clave bíblica de Libra.
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El trabajo principal encomendado a un discípulo en su dedicación al Sendero, consiste en establecer contacto con el Dios viviente interno.
La Jerarquía de Libra, los Señores de la Personalidad, están divinamente calificados para ayudar en esta labor. Las pruebas del discípulo en este punto van dirigidas al desarrollo de su facultad de discernimiento, una de las posesiones más importantes en el Sendero del Discipulado.
Libra es el signo que marca la línea en la que uno ha de tomar una decisión. Aquí el aspirante se halla frente a dos senderos: El positivo (el camino de la derecha) y el negativo (el camino de la izquierda). En la vida del Señor Supremo, el acontecimiento correlacionado con Libra es Su Tentación, cuando tuvo que elegir entre una promesa de todo lo que el mundo puede ofrecer y la gloria del cielo.
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Nota. Notas de Corinne Heline, Fraternidad Rosacruz de Max Heindel.…
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