Educando Nuestro Interior 2

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La teoría no es aprendizaje

A menudo las personas se encuentran logrando victorias vacías, éxitos ilusorios conseguidos a expensas de cosas que súbitamente se comprende que son mucho más valiosas. Personas pertenecientes a todos los trabajos (médicos, académicos, actores, políticos, ejecutivos, atletas y fontaneros) a menudo luchan por lograr ingresos más altos, más reconocimiento o un cierto grado de competencia profesional, sólo para descubrir que su ansiedad por alcanzar la meta les ha privado de cosas que realmente importan y que ya han quedado fuera de sus posibilidades.

Esencialmente, lo que importa no es la profesión de una persona o el tipo exacto de trabajo en que se comprometió, sino más aquello de su personalidad lo que podrá contribuir para los demás y para su profesión.

Cuán distintas son nuestras vidas cuando sabemos qué es lo verdaderamente importante para nosotros, y, manteniendo ese cuadro en mente, actuamos cada día para ser y hacer lo que en realidad nos interesa. Si la escalera no está apoyada en la pared correcta, cada paso que demos no hará más que acercarnos antes al lugar erróneo.

Aprender es crear, adquirir y transmitir una idea o conocimiento y luego, modificar una conducta para adaptarse a esa nueva idea o conocimiento. Esta definición empieza con una verdad muy sencilla: para que se produzca el aprendizaje, las nuevas ideas son esenciales.

A veces, las nuevas ideas se crean mediante “chispas de creatividad” o de percepción. En otras ocasiones, nos llegan desde el exterior de diversas maneras, siendo la más formal, la capacitación. Cualquiera sea la fuente, estas nuevas ideas son las que ponen en marcha el cambio, la mejora y el desarrollo de una persona, o de un grupo de ellas.

Pero las nuevas ideas o los nuevos conocimientos, por sí solos, no pueden dar lugar al aprendizaje. Si no se introducen cambios consecuentes en la forma de actuar, o de realizar un trabajo, sólo existirá un potencial de mejora.

¿De qué sirven las posesiones materiales y el poder, el dinero, el trabajo, la familia, la pareja, los hijos, etc., cuando son un fin en sí y no un medio para ese acercamiento? La codicia y el ansia de poder no tienen ningún valor.

Todo es crecimiento y aprendizaje… crecimiento continuo. Sin embargo, hay diferentes niveles de aprendizaje; algunos tienen que aprender en la carne. Tenemos que sentir el dolor. Cuando se es espíritu no se experimenta dolor. Es un período de renovación. En forma espiritual no se siente, sólo hay bienestar, felicidad. Nosotros decidimos cuándo queremos regresar, adónde y por qué motivos. Nuestro cuerpo es sólo un vehículo para que utilicemos mientras estamos aquí. Son nuestra alma y nuestro espíritu los que perduran por siempre.

El aprendizaje es mucho más rápido en el estado espiritual. Pero elegimos lo que necesitamos aprender. Si necesitamos regresar para elaborar una relación, regresaremos. Si hemos terminado con eso, proseguimos.

Considere la siguiente frase: “La manera en que pensamos, determina lo que medimos” (Albert Einstein).

A menos que nuestras creencias, teorías, presunciones y pensamientos sean criticados y desafiados para comprobar su validez, lo que construyamos en el futuro descansará sobre un cimiento igual al de siempre!

Hemos sabido, durante años, que la puerta de entrada al cambio son nuestros sistemas de creencias, nuestro conjunto de teorías aceptadas. Sin embargo aún, en diferentes circunstancias, muchos de nosotros nos hemos condicionado para no aprender. Por ejemplo, en nuestra búsqueda de respuestas rápidas y soluciones, ponemos en cortocircuito el elemento mismo que es fundamental para resolver los problemas y cambiar de manera efectiva… el examen de nuestros pensamientos y creencias –que sostienen las prácticas y procedimientos que llevamos adelante día a día.

Como Thomas Paine tan acertadamente declaró: “El prolongado hábito de no pensar acerca de una cosa incorrecta, le da la apariencia superficial de ser correcta”.

Si sostenemos como verdadera la teoría de que la Tierra es el centro del universo, entonces, tomaremos decisiones y crearemos prácticas dentro de ese esquema de pensamiento y cerraremos nuestros ojos ante las posibilidades de vivir un presente bajo una teoría diferente. Aún peor, todas las mejoras que introduzcamos en esas prácticas no serán otra cosa que versiones actualizadas de lo que siempre fue, y no “verdaderos descubrimientos”.

Todos los grandes descubrimientos, han sido el resultado de la valiente decisión de romper con las maneras tradicionales de pensar (un cambio de teoría!). Si las personas creen que sus puntos de vista son “hechos”, en lugar de un “conjunto de presunciones” (o teorías personales que han aceptado como verdaderas), no estarán abiertas a desafiar esos puntos de vista y nunca crearán el tipo de cambio que necesita para dar un salto relevante. Cualquier práctica futura, o procedimientos, que se alteren sin un cambio en el esquema de pensamiento o en la teoría, serán sólo versiones “disfrazadas” de las mismas prácticas o procedimientos que intentan modificar. ¿Es una maravilla seguir re-inventando la rueda?

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Habitualmente, estamos condicionados para mantenernos alejados de este tipo de cambio y volcarnos más hacia “la acción” (el hacer); hacia un enfoque más “pragmático”. Sin embargo, esta inclinación a la acción obstaculiza o destruye el proceso de aprendizaje, e inhibe la posibilidad de aplicar cambios efectivos en la vida. Todos nosotros hemos oído una y otra vez… “No tengo tiempo para la teoría. Lo que necesito es algo práctico y ponerlo en acción!”. Quizás, somos nosotros mismos quienes hemos creado el enfoque que obstaculiza la resolución efectiva de problemas y el cambio profundo en nosotros. Sin teoría… no existe aprendizaje. Es un requisito para el cambio real. Sólo con la teoría tampoco alcanza. Sin duda este mensaje nos será de gran utilidad… y será también una disciplina que traerá resultados duraderos.

Tres puntos a trabajar:

  1. Deben actuar con convicción siempre y en especial en relación con las Enseñanzas. La convicción significa amar lo que uno hace. Deben ser Dios en Acción.
  2. Deben amar a su prójimo y a ustedes como Dios los ama.
  3. Deben elevar sus vibraciones, mediante la meditación diaria y durante el resto del tiempo eleven su conciencia a los planos superiores. Trabaja en Círculos de Luz (Gr.

El objetivo del sabio es el de trascender lo social y lo cotidiano, alcanzando un plano elevado de conciencia. El iluminado es aquel que ha alcanzado la unidad mística con el universo, mediante el uso de su inteligencia intuitiva y el conocimiento práctico o la contemplación y la acción social.

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