por Jeff Foster
Detente un momento. Vuelve de inmediato a la experiencia presente, a lo que está ocurriendo realmente donde te encuentras ahora. Ve, oye, contempla con una mirada nueva tu experiencia. Empieza de nuevo, como si fueras un niño que ve el mundo por primera vez… puesto que, de hecho, siempre es por primera vez. En este momento, la vida es siempre nueva. Nunca antes has vivido este momento, y nunca lo volverás a vivir.
Nunca antes has oído los sonidos de este momento. Nunca antes has sentido lo sentimientos de este momento. Nunca antes has leído estas palabras. E incluso si crees que sí, es solo un pensamiento sobre el pasado, un recuerdo que aparece ahora, en este momento nuevo, intacto.
Cuando regresas a lo que está sucediendo ahora mismo, lo que encuentras es simplemente el espontáneo juego de la vida. La vida es una danza de pensamientos, sonidos, sensaciones, olores, que aparecen y desaparecen, todos radiantes y libres en el espacio que eres. Y fíjate en que no has de hacer ningún esfuerzo para ver, oír, sentir.
“Siempre preguntan qué sucede después de la muerte, pero nunca preguntan qué sucede antes de la muerte, qué sucede ahora en su vida. ¿Qué es su vida? Trabajo, oficina, dinero, dolor, lucha, escalar los peldaños del éxito, esa es su vida y la muerte termina con todo esto. Por tanto, ¿es posible, mientras viven, terminar, terminar con su apego, su creencia? Terminar, la belleza de terminar algo voluntariamente sin motivo alguno, sin placer, ¿pueden hacerlo? En el terminar hay un nuevo empezar. Si terminan, sucede algo, las puertas se abren, pero antes de terminar, quieren estar seguros de que las puertas estén abiertas. Por eso nunca terminan, nunca terminan con su motivo. Comprender la muerte es vivir la vida, terminar internamente” -Krishnamurti.
El pensamiento hace suposiciones de inmensa magnitud sobre la realidad, y rara vez nos paramos a examinarlas, a comprobar si se sostienen ante una sencilla investigación.
…
¡VICTORIA!
No tienes que ser el mejor.
Sólo tienes que ser tú mismo.
…
Sólo tienes que ser real.
Y hablar desde el corazón.
Y saber que tienes el derecho
de ver como ves,
y pensar como piensas,
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y sentir lo que sientes,
y desear lo que deseas.
…
No tienes que ser un éxito
ante los ojos del mundo
y no tienes que ser un experto.
…
Sólo tienes que ofrecer lo que ofreces,
respirar como respiras,
cometer errores y estropearlo todo y
aprender a amar tus tropiezos y
decir lo incorrecto y dejar
de preocuparte tanto por
impresionar a nadie,
porque al final
sólo tienes que vivir contigo mismo,
y la alegría no es dada sino hallada
en las hendiduras más profundas de tu ser,
de modo que pueda haber alegría al caer
y alegría al cometer errores
y alegría al hacer el ridículo
y alegría al olvidar la alegría
y luego sostenerte a ti mismo a medida que te desplomas
en el suelo y lloras
por los viejos sueños.
…
Alegría es intimidad
con aquel que amas:
Tú.
…
No tienes que ser el mejor.
No tienes que vencer.
Sólo tienes que recordar
esta intimidad con
el cielo, tu cercanía con las
montañas y sentir el calor
del sol en tu cara
y saber que estás vivo,
y que eres un éxito,
y victorioso,
sin tener que probar
una maldita
cosa.
…
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