Jardines de la Presencia, por Juan Angel Moliterni
Serie de Pensamientos semilla capaces de elevar el espíritu, de abrirte el entendimiento y, poco a poco, de guiarte al jardín de la Presencia que hay ti. Mantén una conciencia abierta, y el Maestro sembrará en ti las semillas potenciales de sabiduría.
El tiempo no ha echado a perder el poder de Aquél que dijo: “YO SOY el mismo ayer, hoy y para siempre”. Por lo tanto, ten la certeza de que recibirás una cálida respuesta a aquellos esfuerzos realizados con esperanza, con fe y con caridad, porque los más grandes Maestros se mueven en este terreno.
Ahora mismo, en el día de hoy, estás en el umbral de la realización en tu vida, cuando te das cuenta de la belleza de la nobleza, tan hábilmente expresada por Sir Galahad: “Mi fuerza es la fuerza de diez hombres, porque mi corazón es puro”. Preparémonos para esa pureza que precede a la más grande de las manifestaciones del cambio milagroso.
La respuesta instantánea de Dios Todopoderoso no es siempre el cambio inmediato de la circunstancia. Es más bien una emisión de luz, una espiral de energía infinita que empieza a moverse en ciclos desde el plano de la Presencia YO SOY al Ser Crístico a través de las líneas de sus cuerpos etérico, mental, emocional y físico.
La ley cósmica exige que la Luz siempre debe ser utilizada para producir la belleza ferviente de la dedicación a Dios, el amor a la Humanidad y aquellas cualidades divinas que permiten al alma adherirse a los principios de la Gran Hermandad Blanca. Que todos sus esfuerzos sinceros confluyan con éxito en la realización del plan divino para la edad de oro venidera.
Muchos utilizan trucos para producir fenómenos que a los ojos de Dios carecen de significado. Una vez que un hombre ha alcanzado el cargo de verdadero adepto espiritual, ha desarrollado ya los poderes del amor y la sabiduría dentro del marco de la ley universal. No hace daño a nadie y sus hazañas reflejan su abnegación (no fenoménicos). De ahí que los milagros que realiza son mucho menos importantes a sus ojos que el milagro de la unión con su Creador.
La coordinación entre los cuatro cuerpos inferiores y los vehículos superiores permite que el hombre controle en primer lugar su entorno y, luego, que cree, con la condición de que sea capaz de comprender las obvias ilusiones del mundo de las apariencias, cuyo punto de referencia son el tiempo y el espacio, y no se vea obstaculizado por ellas.
Querido humano, recuerda tus alas. No tengas miedo a viajar a lo desconocido. A medida que te entregues a lo desconocido el coraje viene solo. Tu realidad se mantiene debido a tus creencias, si éstos cambian, tu realidad cambia.
Al comprender el pasado de manera diferente, podrás cambiar el efecto que produce sobre ti.
La propuesta es la Vida Diaria como Ritual. El hombre es “básicamente aquel que se le envió a la aventura”. Menos daño le hace el fracaso, que la falsa creencia de estar a salvo. Dios no quiere buscadores de salidas de emergencia metafísicas, sino quienes perfeccionan la condición de ser humano, desde lo sensorial hasta lo supra sensorial –HERBERT FRITSCHE.
Uno no debe sentirse atrapado por las prácticas espirituales a un grado tal que nos haga sentir abrumados por su uso o llenos de miedo si no las utilizamos. Son regalos del Espíritu y evocan el poder de la Luz. Deben ser utilizadas con alegría y no con sumisión. Deben ser utilizadas con profundo conocimiento y no con temor.
“Si en el todo no puedes vibrar… satélite al fin, ponte alrededor del todo a servir”. En Él vives, te mueves y tienes tu ser. Sin Él no tienes vida ni identidad.
Toda transformación opera por la ley de Dios. Dios es la ley. Su ley no existe sin amor. Pero, desafortunadamente, debido a la generosidad misma inherente a la Naturaleza Divina, que permite que la Humanidad en estado de evolución utilice varias funciones de la ley, el hombre ha podido separar la ley y el amor.
No puedes examinar únicamente el polo norte de un imán; por muy delgado que lo cortes, siempre habrá un polo sur que deberá tenerse en consideración. La dualidad siempre está presente. Antes de que abandones esta idea según te dicte la circunvolución cerebral izquierda, recuerda que posees al mismo tiempo un lado intuitivo en la parte derecha del cerebro que permite que los opuestos coexistan en perfecta armonía.
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La vida de un jardinero es, posiblemente, la metáfora más adecuada para comunicar la naturaleza de la Presencia a la que hemos denominado Dios. Cuando metafóricamente nos arremangamos y metemos las manos en la tierra con la clara intención de participar plenamente en todo lo que es la vida, llevamos automáticamente conciencia del instante presente a la calidad de todas nuestras experiencias en este planeta. Nos hacemos automáticamente causales, y hacerse causal es hacerse semejante a Dios. Entonces, somos jardineros conscientes de la vida. Esto nos sitúa en un nivel de servicio que nos autoriza, a través de nuestro propio ejemplo, a abrir las puertas que llevan a la fresca sombra de la conciencia del presente a todo aquel con el que nos encontramos.
“Por sus frutos los conoceréis” (Mateo, 7, 16).
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