El Amor en la Rectitud.
El conocimiento precede a la acción. Solamente a través del conocimiento de lo que debe hacerse es como un individuo puede ejecutar una acción en particular. Así, el edificio de la rectitud está construido sobre la base de pensamientos verdaderos.
La rectitud no debe verse como un ejercicio meramente mecánico. Un esclavo que hace la voluntad de su amo puede hacerlo todo bien, pero sus acciones serían carentes de amor. Las acciones pueden clasificarse como rectitud cuando están imbuidas de amor. Esto solamente es posible cuando este amor ha inyectado un sentido de verdadero propósito en la acción efectuada.
El faro que guía el propósito es la conciencia. La conducta que la conciencia permitirá o rechazará dependerá del nivel en el cual el individuo estimule el amor.
En el caso del individuo egoísta, la voluntad humana que guía la acción será débil, por ejemplo, a la menor tentación el individuo se apoderará de algo que no le pertenece.
A medida que el amor crece en el individuo y éste se hace más consciente de la verdad, se produce el consiguiente fortalecimiento de la voluntad humana. Esto se reflejaría en un comportamiento más disciplinado. Sin embargo, habría límites para el ejercicio de la voluntad, por ejemplo, el individuo no le vendería un producto defectuoso a un amigo, pero no tendría empacho en vendérselo a una persona que no conoce.
Cuando uno alcanza el estado más elevado, o del amor puro, la voluntad se fortalece igualmente. Esto resultaría en última instancia en el “ejercicio sin errores de la voluntad humana”. No hay errores, no porque la persona esté haciendo mecánicamente lo que puede haber aprendido de memoria, sino porque los actos resultan ser “lo más natural”. Los deseos y las tentaciones que resultan tan atractivos en los niveles más bajos del amor, revelarían su verdadera naturaleza ilusoria. Todas las acciones serían “actos de amor”, un amor para uno y para todos.
Su tarea como servidores de sí mismos habrá terminado cuando conozcan bien la tarea para la cual han ganado este cuerpo humano con todas sus potencialidades y posibilidades. Es para crecer en amor, expandirse en amor, practicar el amor, fortalecer el amor y finalmente volverse amor y fundirse en el ilimitado amor que es Dios. Es decir, amor expresado por medio del servicio a aquellos que hacen brotar ese amor en ustedes, y sacándolo ayudan a aumentarlo y profundizarlo.
La disciplina espiritual está diseñada para canalizar ese amor, para que pueda irrigar al corazón, que de otra forma se secará.
La mente decide y forma cosas de acuerdo con la decisión. Manipula los objetos externos hasta que el propósito deseado se concrete. Cuando las decisiones son buenas, los resultados son buenos, cuando son malas, el resultado es malo. Cuando el amor es la palanca que opera la mente, sólo puede resultar algo bueno. Por eso, siempre enfatizo el papel que desempeña el amor.
Vivan en amor, el amor es vida. Sin amar o ser amado, ningún ser puede existir en esta Tierra. El amor sustenta, el amor fortalece, el amor es el impulso detrás de toda aventura, todo sacrificio, todo éxito.
Los Maestros de Sabiduría han venido para restaurar el amor entre la humanidad, a purificarla de la estrechez y de las actitudes restrictivas. Esa es la principal tarea en el renacimiento del Dharma.
No es suficiente hablar de la suprema importancia del amor en la tarea de la rehabilitación humana. Uno debe poner el ejemplo con la práctica.
Cuando las palabras, actos y pensamientos emanan de corazones llenos de amor puro e inmaculado como es el amor de Dios y por el hombre como imagen de Dios, todos los que estén en contacto con ustedes, sentirán la exaltación del espíritu. Si ustedes aman su Alma y no su cuerpo, se darán cuenta de que la misma Alma es el centro de todos los seres así como de ustedes mismos. Esta es la verdadera realización del ser.
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“Para aquellos que ya se han liberado de la estrechez de lo individual, la única tarea es la elevación de la humanidad, el bienestar del mundo y el derramar amor. Inclusive, aunque parezcan quietos, el estado de bienaventuranza en el cual se encuentran extiende esa bienaventuranza a todo el mundo. El amor está en todos, el amor es de todos, el amor es todo”.
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