Igualdad.
Nadie podría siquiera imaginar un mundo en el que no existan diferencias. Las diferencias surgen de las fuentes internas de la inteligencia y de los efectos acumulativos de los impactos. La vida de cada ser es la expresión exterior de esta inteligencia y este efecto. Tanto las entidades inertes como las animadas no son más que manifestaciones de esta inteligencia a diferentes niveles. El loro mueve los ojos de cierta manera. El cuervo también, pero de manera muy distinta. El chacal actúa de una manera distinta a la del perro. La naturaleza animal es de cierto tipo; la de los humanos es de otro.
Y entre un humano y otro hay diferencias en cuanto al conocimiento adquirido. Y no sólo respecto al conocimiento, sino también en cuanto a las características físicas y la personalidad hay incontables variaciones. Sus gustos y aversiones, sus pensamientos y sentimientos están conformados de distintas maneras, acordes con el conocimiento que hayan adquirido y la profesión que desempeñan. Pero no es necesario ir tan lejos. Aun los mellizos que se desarrollaron en un mismo vientre, a menudo no son idénticos: manifiestan naturalezas diferentes. ¿Cuál es la razón de esto? La razón se halla en las diferencias en el desarrollo de la inteligencia.
Por ello no hay época en que el género humano se vea libre de diferencias; la igualdad universal es una aspiración imposible; el deseo de establecerla en la Tierra es una utopía equivalente a buscar flores en el cielo.
El animal vive con la conciencia de que es un animal, el pájaro tiene la conciencia de ser un pájaro. Una mujer se ocupa de sus actividades con la conciencia de que es una mujer, e igual hace el hombre. La conciencia que uno tiene hasta que vuelve a dormir es continua, sin cambios después de que uno despierta. Los seres vivientes continúan con sus actividades desde el punto en el que fueron interrumpidas por el sueño. Así también continúa el humano, en esta vida, las actividades que fueron interrumpidas por la muerte, a partir del punto en que terminaron. “Al final desecha su cuerpo, recordando los sentimientos que con mayor fuerza lo movieron siempre”. Y en el Gita se dice: “Alcanza precisamente la posición hacia la que se habían dirigido todos sus sentimientos”.
La naturaleza de la vida siguiente va de acuerdo con los sentimientos que ocupan la mente del humano cuando éste desecha su cuerpo, puesto que esos sentimientos, a su vez, sólo responden a los sentimientos que dirigieron su vida. Profundizando en esto, parecerá evidente que la verdad básica es ésta: todo depende del progreso logrado en la sublimación de la inteligencia.
Aunque pueda manifestarse cierta uniformidad en cuanto a la forma externa, existen grandes y variadas diferencias en la naturaleza interna. Un género o especie es determinado principalmente en base a las características externas, que son en realidad las manifestaciones en que se expresa la inteligencia interna. Un individuo es primordialmente una forma. Humano, árbol, colina, gorrión, zorro, vaca, serpiente; estos “sonidos” denotan a miembros de las especies con estas formas. Los individuos pueden sufrir destrucción, pero la especie continuará. Muchos humanos mueren, pero la humanidad persiste. Los árboles pueden caer y ser reducidos a ceniza o polvo, pero el género humano nunca será destruido. Las especies vivientes son eternas; la destrucción total jamás sucederá.
Si analizamos e investigamos incluso las cosas más diminutas que experimentamos en nuestra vida cotidiana, estas verdades se nos harán evidentes en forma clara. Decimos que cada espécimen de la especie humana posee características humanas, pero cuando juzgamos a una persona ponemos mayor atención a sus hábitos y virtudes, a su posición actual y sus perspectivas para el futuro. Todas las vacas pertenecen a una misma especie, pero cuando deseamos comprar una queremos conocer sus cualidades. Observamos sus características físicas: debe darnos leche en abundancia, debe ser un animal bonito y manso. Sólo compramos vacas con estas cualidades. Una vaca no nos atrae por el solo hecho de que es como el resto de la especie; no adquirimos una estéril o brava.
Cuando inquirimos con mayor profundidad en otro tópico, será claro que las sensaciones de diferencia entre, por ejemplo, alto y bajo, son reacciones naturales. Aunque la orina y el excremento son igualmente impuros, la orina de la vaca es tratada como algo sagrado. No le atribuimos santidad a la de otros animales; sus desechos son definitivamente impuros. Tomemos el ejemplo del fuego, Agni. El fuego es fuego cualquiera que sea su forma. Encendemos velas en nuestra casa; tenemos fuego en nuestro hogar. Tenemos también el fuego sacrificial, que se eleva en llamas. Este Agni es reverenciado y adorado, nos postramos ante él. Cuando se enciende el fuego para cremar un cadáver, esas llamas no se consideran lo bastante puras para usarlas en otra cosa: nadie asará carne en ellas ni las venerará, porque a ese fuego se le considera bajo, no sagrado.
Del mismo modo, pese a que los humanos tienen la misma forma física, hay distinciones entre las peculiaridades de cada cuerpo y las demás envolturas de las que se halla rodeado, y en la naturaleza de sus cualidades y actividades. Las lámparas eléctricas, por ejemplo, no emiten todas la misma luz, unas iluminan más que otras, aunque la misma corriente pasa por todas ellas, algunas la manifiestan en toda su potencia y otras no pueden hacerlo.
Debemos aceptar que para que el mundo evolucione son requisitos esenciales e inexcusables los niveles de conciencia, los grados de perfección, las diferencias como alto y bajo (frecuencias), sagrado e impuro, espiritual y profano. Todos éstos han sido establecidos por la Voluntad Divina. Cada individuo debería reconocer la verdad de que este cuerpo nos ha sido entregado para que podamos llevar a cabo un servicio desinteresado. Pero el humano no ha logrado comprender la importancia del servicio desinteresado ni del karma yoga y por ello es víctima de la infelicidad y del sufrimiento.
Hay algunos que menosprecian las actividades que tienden a ayudar a los desposeídos y rescatar a los pobres y abandonados. Es muy grande el error que cometen. El llevar a cabo este tipo de acciones constituye el deber primario que se le ha impuesto a cada uno cumplir. Por otra parte, debemos también tomar conciencia de la verdad de que todo lo que se le ha dado al humano en el mundo no es para su uso exclusivo, y actuar de acuerdo con esto. Caen las lluvias, fluyen los ríos, maduran las cosechas, el sol y la luna se levantan, pero nada de ello ha sido dado para un solo individuo, ¿no es así? Todo lo que ven a su alrededor en esta creación está allí por el bien de todos, de cada persona, de cada ser, y por ello deberemos descartar el mezquino sentir de que “todas estas cosas me han sido dadas para mi uso exclusivo, me pertenecen”.
En tanto el humano siga albergando estas estrechas ideas, no podrá experimentar ni paz ni alegría. En todas partes, podrán observar que el humano habla de los elevados ideales de instituir la igualdad en la sociedad. Cierto es que piensa al respecto y también esboza planes para llevarlos a cabo, pero éstos se quedan sólo en el papel y, cuando llega el momento de la acción, no se hace nada en concreto. Al igual, hay quienes sienten que todas las posesiones materiales, que todos los lujos y las comodidades de la vida, toda la riqueza y el dinero se deberían distribuir por igual; eso dicen. ¿Es posible alcanzarlo? ¡Es imposible! No es posible introducir esta igualdad en términos de posesiones materiales. Y la razón es que su fortuna, sus comodidades y lujos son cosas efímeras que muy bien podrían distribuir… pero ¿podrían distribuir por igual sus esperanzas y aspiraciones?
Una verdadera igualdad la podrían lograr únicamente si tuvieran igualdad en términos de esperanzas y aspiraciones.
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Además de mirar todas las cosas materiales tienen que considerar también la fuerza que está más allá: el Ser Supremo.
Será únicamente cuando puedan ver la Unicidad en la Diversidad que podrán producir esta igualdad.Cuando reconozcan que Unidad es lo mismo que Diversidad, podrán alcanzar esta igualdad.
Tenemos producción de dulces de muchos tipos, pero en ellos hay un elemento principal: el azúcar. Lo que deben tratar de hacer es ver el azúcar en todos estos diferentes dulces. De igual manera, cuando reconozcan a la Única y Misma Entidad presente en todos los seres, podrán establecer esta igualdad, en el verdadero sentido del término.
“El amor desinteresado es fuente de la felicidad, la Verdad, la Paz, el sacrificio, la resignación y todos los demás valores superiores de la vida. Sin Amor –la forma absoluta– y sin mezclas del Amor, no hay seguridad ni protección algunas. ¡Oh valerosos hijos de Bharat, recuerden que el más fundamental de todos los valores morales es el Amor!”.
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