Entrega.
“Cualquier persona con discernimiento, desapego, humildad, y juicio correcto, que esté consciente del conocimiento de la realidad, cualquiera que esté sumergido siempre en la contemplación de Mi juego, cualquiera que more en Mi nombre en todo momento y bajo todas las condiciones y quien derrame lágrimas de amor siempre que escuche el nombre de Dios de cualquier labio, es Mi verdadero devoto”.
De esta manera contestó Sri Rama a Narada. De este modo, Dios protegerá en todo momento a aquellos que lo adoran con amor completo e inmaculado, así como una madre protege a sus infantes, una vaca salva del peligro a su ternero y los párpados protegen a los ojos, sin ningún esfuerzo y automáticamente. Cuando el infante se convierte en un adulto, la madre no pondrá mucho cuidado en su seguridad. Así también, Dios no pone mucha atención en aquel que ha alcanzado el Conocimiento Supremo.
El devoto provisto de buenas cualidades es como un infante de Dios. No tiene otra fuerza, excepto la fuerza de Dios. Para aquel que ha alcanzado el Conocimiento Supremo, su propia fuerza es suficiente. Por lo tanto, hasta que uno pueda confiar en sus propias fuerzas, debe ser un infante en las manos de Dios, como un virtuoso, ¿no es así?
Nadie puede llegar a ser un devoto de Dios sin forma, sin haber pasado por la etapa anterior. Por lo tanto, deberán crecer como los infantes en el regazo de la madre y, subsiguientemente, llegar a alcanzar el Conocimiento Supremo, para que puedan confiar en sus propias fuerzas y ser libres.
Sin embargo, ambos tienen la misma fuente de fortaleza, la madre. En verdad, afortunados son aquellos que realmente captan este secreto del sendero de la Devoción, desarrollan apego, fe, entrega, auto-control y adoración centrada en el Señor y vigorizan los rasgos de su carácter, transformándose a sí mismos en infantes de Dios.
Por lo tanto, todos aquellos que anhelan ser servidores de Dios, amados por Él o devotos dedicados sólo a Él, deberán tomar el sendero y el nombre correspondientes y actuar y vivir en consecuencia. El mero leer y mover la lengua no son de utilidad alguna. La Bienaventuranza es precisamente el resultado de la acción. No depende de castas, raza o sexo.
“Los devotos llegan a Mi a través de nueve senderos; cualquiera de ellos los conduce hasta Mí”, Sri Rama respondió:
…
- El escuchar,
- el cantar,
- la recordación del Señor,
- el servicio a los Pies del Señor,
- el prosternarse,
- el honrar,
- el servicio,
- el apego a Dios,
- el ofrecerse a Dios.
…
Todos aquellos que siguen el sendero antes mencionado de las nueve ramas son de dos clases: 1) los seguidores del sendero difícil; 2) los seguidores del sendero seguro y fácil.
Estos dos senderos son algunas veces reputados como: 1) devoción y 2) entrega total al Señor. Esto puede ejemplificarse con el proceder de los hijuelos de mono (monitos) y de gatos (gatitos), siendo en el ejemplo, el monito, devoción y el gatito entrega total al Señor.
La devoción tiene que ser constante, ininterrumpida, como el flujo del aceite de una vasija a otra. Aunque las dos clases son básicamente la misma, las prácticas son diferentes. Sin Amor nada puede ser adquirido en este mundo. Es sólo cuando hay Amor que el apego, a su vez, produce el deseo de proteger y vigilar. En las dos clases antes mencionadas, el Amor es igual, no hay duda; sin embargo en su manifestación absoluta hay diferencia.
En el ejemplo del monito, él tiene que apoyarse en sus propias fuerzas para protegerse; dondequiera que la madre pueda andar, él tiene que asirse fuertemente al vientre de la madre y ¡no deberá soltar su sostén aun cuando sea jalado para separarlo! De este modo, el devoto también tiene que resistir las pruebas que le manda Dios y persistir en el nombre del Señor, en todo tiempo y bajo todas las condiciones, incansablemente, sin la más ligera huella de desagrado o disgusto, soltando el ridículo y la crítica del mundo y dominando los sentimientos de vergüenza y derrota.
El otro caso no es de este tipo; es como el ejemplo del gatito: la actitud de soportarlo todo con la misma ecuanimidad. Así como el gatito sencillamente continúa maullando en un lugar, confiando plenamente en su madre, el devoto pone toda su absoluta confianza en Dios. La madre sostiene al gatito con su hocico y lo cambia a lugares más elevados o lo conduce a salvo aun a través de pasadizos muy estrechos. Así también, el devoto coloca toda su carga en Dios y se entrega completamente a Su Voluntad.
La disciplina de la entrega total es muy superior a la disciplina de la Devoción. De este modo, si todas las cargas son depositadas en Él y si es seguido incesantemente y sin olvidarlo, Él proporcionará todo con certeza absoluta. Esta es la naturaleza de la devoción de la Entrega Total al Señor.
“Tal como los hombres llegan hasta Mí, de esa manera los acepto. Ese es el camino mío que los hombres siguen desde todos lados… Cualquiera que sea la forma que el devoto escoja para adorar con fe él introduce su anhelo en su adoración y logra que Yo le dispense su deseo. Mas ese fruto es limitado. Quienes sacrifican a los dioses, a los espíritus elementales, alcanzan a los dioses, alcanzan a los espíritus elementales mas quienes efectúan su sacrificio a Mí, llegan a Mí”.
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