Intuición.
Cada ser cuenta con tres tipos de instrumentos para adquirir conocimiento, y, a través de ese conocimiento, sabiduría.
El primer tipo es “instintivo” y es muy acentuado, activo y avanzado en los animales. Representa el instrumento más primario, inferior y, por ende, el menos beneficioso de los tres.
El segundo es el “racional”, el instrumento que va en busca de la causa y de los efectos que resultan de ella. Este es más evidente en el hombre. El instinto puede operar sólo dentro del limitado campo de los sentidos y de las experiencias sensoriales.
En el hombre, el conocimiento instintivo está en gran medida subordinado a los instrumentos racionales. Los límites de lo racional son muy vagos; la razón puede extenderse por campos muchísimo más vastos. Pese a ello, la razón no posee más que un rendimiento bastante pobre; sus alcances son limitados. Llega solamente hasta una cierta distancia y no puede aventurarse más allá. El camino que toma la lógica no es recto, sino más bien circular, y la hace retornar una y otra vez al lugar de donde partió.
Tomen como ejemplo nuestro conocimiento del mundo objetivo, de los elementos y energías que lo componen. Lo que mueve e impulsa al mundo objetivo y a sus componentes no se queda sólo en ello, sino que absorbe también aquello que es inmanente fuera de él, y así, la extensión a la que la razón puede expandirse y explicar como es la “conciencia” que está aprisionada en la minúscula molécula, en comparación a la vastedad y grandiosidad de la plenitud trascendente.
Para que podamos cruzar las fronteras de la razón e internarnos en el pleno y libre ámbito de la intuición, resultan esenciales ciertas disciplinas espirituales. Ellas pueden agruparse bajo la denominación de “conocimiento-sabiduría” impulsado por Dios. Y tenemos sólo tres niveles de conocimiento-sabiduría:
- “el innato, derivado de los sentidos de acción y percepción”;
- el “conocimiento obtenido a través del proceso de discriminación y de evaluación” y el
- “conocimiento inducido por Dios y ganado por gracia mediante la visión interna o intuición”.
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El primero de ellos es el conocimiento que poseen los animales, el segundo es característico del hombre y el tercero es el especial tesoro que acumulan los individuos de almas superiores. Para todos resulta posible buscar, cultivar y desarrollar las simientes de este tercer tipo de conocimiento-sabiduría, porque es una capacidad latente (innata) en todos.
Otro hecho que también hay que tener presente es que los tres tipos de conocimiento mencionados representan etapas de desarrollo, de modo que no son niveles de conocimiento mutuamente excluyentes. La última etapa no hace sino confirmar y ampliar las precedentes. El tercer tipo de conocimiento-sabiduría no contradice al segundo, sólo revela lo que en éste permanece inmanifestado.
Sin embargo, hay quienes, afligidos por las divagaciones y los caprichos de su mente, toman sus actitudes distorsionadas como dones de Dios o como inducidas por su gracia, e incluso pueden acercarse a otros para aconsejarlos, ¡estén atentos!
La verdadera Enseñanza jamás podrá contraponerse al segundo tipo, la conclusión a que se llegue gracias al discernimiento y la evaluación.
“El antiguo sendero es largo y estrecho, el Sendero por el cual los sabios, los conocedores del Eterno, alcanzando la salvación, parten por consiguiente al mundo superior del Paraíso”.
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