Educando Nuestro Interior 13

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Inofensividad.

Ustedes tienen dos ojos en su conciencia: la Verdad y la Inofensividad. Estos son los guías que los llevarán a la meta, las dos luminarias -el sol y la luna- del firmamento interno. La Inofensividad es otro aspecto de la Verdad. Una vez que tengan conciencia de la relación de la unidad en Dios, de la unidad fundamental de las almas, nadie causará a sabiendas dolor o aflicción a otro.

Inofensividad significa “aquellos que se mantienen alejados del camino de la violencia, lejos de hacer daño a otros”. Hacer el bien a otro, es mérito, hacer mal a otro es karma. Si se mantienen en este camino, darán la bienvenida a todas las fe y religiones como parientes; todos los credos no son sino intentos de adiestrar al humano por este camino.

Los musulmanes, cristianos, budistas, judíos, parsis, todos aspiran a ganarse la misma iluminación por medio de la limpieza de la mente a través de las buenas obras. Las semillas de todas éstas están en la Religión Eterna. Del mismo modo que el Partido del Congreso tiene una cantidad de partidos disidentes, así también otras fe no son sino la derecha, la izquierda o el centro de la Religión Eterna. Este Dharma examina todos los posibles enfoques de lo divino y los arregla en el orden en el cual pueden ser utilizados por el aspirante, de acuerdo con su nivel de preparación y sus logros.

Cuando un árbol brota de una semilla, sale con un tallo y dos hojas incipientes, pero más tarde, cuando crece, el tronco es uno, y las ramas son muchas. Cada rama puede ser suficientemente gruesa como para llamarse un tronco, pero no debe uno olvidar que las raíces envían el alimento como savia sólo por el tronco. Dios, el mismo Dios, alimenta el hambre espiritual de todas las naciones y de todas las fe, por medio del sostenimiento común de la verdad, la virtud, la humildad y el sacrificio.

El mismo cielo está encima de la cabeza de cada uno, la misma tierra soporta los pies de cada uno, el mismo aire entra a los pulmones de todos, el mismo Dios los creó a todos, los alimenta a todos y termina la vida terrenal de todos, ¿por qué entonces este rol inhumano de enemigo y fanático, de lucha y defensa? En las Escrituras Sagradas el Señor ha declarado: “Yo soy la semilla de todos los seres”. El árbol es una expansión de hojas y flores, frutas y verdor; es un sistema extendido de tronco, ramas y ramitas, ¡todos crecidos de una sola pequeña semilla! Y cada fruto de ese árbol tiene dentro de sí semillas de la misma naturaleza.

Así también, contemplen por un momento la magnificente multitud de la vida, toda su rica variedad de fuertes y débiles, presas y cazadores, afligidos y felices, que se arrastran, reptan, vuelan, flotan, caminan, cuelgan, cavan, se sumergen, nadan: ¡toda esta incontable variedad de seres creados ha salido del Señor (la semilla) y cada uno tiene al Señor (la semilla) como su centro de nuevo! Visualicen esta divinidad inmanente, se volverán humildes, sabios y llenos de amor.

La cultura de la India, por ejemplo, condena la violencia como bestial y aún peor. Aun cuando las epopeyas y leyendas de esta tierra hablan de demonios, hombres y dioses tan diversos, son sólo nombres para rasgos que todos comparten en mayor o menor medida. La humanidad debe librarse de lo bajo y revestirse del esplendor de la divinidad.

Vigilen que sus actividades no los arrastren a las profundidades de lo bajo: hagan que los eleven a las alturas de la divinidad. Dejen que el nombre de Dios salga de su corazón, no de sus labios. Purifíquense ustedes y purifiquen la atmósfera en la cual y por la cual han de vivir.

“La primera flor de la virtud es la Inofensividad. En el lenguaje común, se entiende que Inofensividad significa el no causarle ningún daño físico a ningún ser viviente. Este no es su sentido verdadero. Inofensividad implica y significa realmente no causar ningún daño a ningún ser, ya sea de pensamiento, palabra o de obra. Inofensividad implica el proceso de limpiar y purificar los pensamientos, palabras y obras propios. Nuestro pensamiento, palabra y obrar deben armonizarse y unificarse y la ofrenda a Dios debe hacerse con esta flor”.

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One Response

  1. Marcelo Acosta
    | Responder

    GRACIAS GRACIAS GRACIAS

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