por Juan Angel Moliterni
Cuando estamos inmersos en todo tipo de circunstancias adversas, los méritos que se logran son muy superiores debido a que los practicantes tenemos muchos obstáculos y nos encontramos en muy malas condiciones para la práctica. Así pues, si uno consigue transformar las malas circunstancias en las que nos encontramos, en una práctica correcta, los méritos aumentan considerablemente.
Por el contrario, si no podemos transformar estos obstáculos y condiciones negativas en condiciones positivas, no importará mucho el hecho de que las condiciones sean malas o buenas, pues no podremos llevar a cabo la práctica.
Veamos un ejemplo.
Una persona empieza una práctica y al cabo de un tiempo asciende su posición social hasta que llega a ocupar un puesto de responsabilidad e importancia en la administración. Esto hace crecer su orgullo y la persona va dejando progresivamente la práctica. Evidentemente, esta persona no ha aplicado las condiciones favorables que ha alcanzado en la práctica.
Por el contrario, hay otras personas que cuando se encuentran en situaciones adversas, se olvidan totalmente de la práctica durante este tiempo. Es por eso, por lo que resulta sumamente difícil encontrar personas que practiquen correctamente en las circunstancias en las que nos encontramos en la vida moderna.
Muy a menudo ocurre que, en un principio nos esforzamos por practicar de manera continua pero luego lo vamos dejando poco a poco. Esto constituye una gran pérdida para nosotros. Debemos hacer un esfuerzo por continuar la práctica aun cuando nos encontremos con problemas y complicaciones.
La transformación de las circunstancias adversas a través del pensamiento, con la generación del amor y la compasión.
Siempre que nos encontramos en un mal momento o tenemos problemas pensamos que la culpa la tienen los demás. Nunca creemos que lo que nos pasa es una consecuencia de nuestras propias acciones.
Por ejemplo, si una comida nos sienta mal, pensamos que nuestro malestar es culpa de la comida. Si nos enfadamos con alguien, la peor parte siempre la lleva el otro. Siempre nos empeñamos en creer que nuestras desdichas son debidas lo externo y no nos damos cuenta de que los karmas acumulados en esta vida y/o en vidas anteriores son la causa verdadera de lo que nos sucede ahora.
Si pensamos las cosas correctamente, veremos que, toda insatisfacción y todos los problemas surgen por el poder del karma y de nuestro peor enemigo que es la mente de la autoestima. No hay razón para pensar que aquello que nos ocurre se encuentra sin conexión con alguna causa anterior.
Por lo general, puede decirse que las circunstancias adversas son las mejores consejeras para la práctica espiritual. Esto es así porque cuando nos encontramos en una situación de sufrimiento podemos pensar en sus causas y si las podemos determinar, podremos desear que éstas cesen y además podremos practicar para que así sea. Si uno no tiene problemas ni experimenta el sufrimiento, puede olvidarse totalmente del Dharma y dejar de pensar en la práctica ya que, de alguna manera es inconsciente de un aspecto muy importante de la realidad. De este modo, se pasará toda una vida, inmerso en las distracciones mentales o los placeres temporales.
Siempre que nos encontremos en circunstancias adversas o que tengamos alguna enfermedad o nos hiera algún espíritu, no debemos generar odio sino al contrario, hemos de pensar que el espíritu es muy amable pues nos brinda la oportunidad de practicar y de avanzar en nuestro desarrollo espiritual. Entonces debemos pensar que estas circunstancias son, de hecho, muy favorables ya que nos están ayudando a destruir la mente de la autoestima. Sin embargo, nosotros generalmente obramos al revés.
Podrían por ejemplo, generar compasión por los demás, pues, cuando uno sufre o siente insatisfacción o infelicidad debe recordar que los demás también experimentan lo mismo muchas veces y así puede generar compasión hacia ellos en lugar de pensar solamente en sí mismo. También es bueno recordar que los Grandes Maestros alcanzaron un nivel muy alto de desarrollo espiritual -y la Ascensión- precisamente por considerarse a ellos mismos muy poco importantes. La práctica verdadera consiste en pensar que tan sólo el agua corre por debajo de nosotros pues todos los demás fenómenos existentes son superiores a nosotros. Esta es una práctica excelente.
Antes de que surja el problema nos creemos buenos practicantes, pero una vez ha surgido, nos olvidamos de la práctica (trabajo sobre sí) totalmente. De la misma manera que un viajero presta mucha más atención si sabe que ha de atravesar una zona peligrosa donde hay ladrones o animales salvajes, también nosotros debemos dedicar mucha más energía y atención a nuestra práctica (una serena atención) cuando nos encontremos en una situación delicada.
Todo lo que estamos experimentando no es más que un sueño; es decir, tiene la misma realidad que los sueños. En consecuencia, no tiene ningún sentido que surja en nosotros ni el apego ni la aversión pues hay que considerar que ni el apego ni la aversión existen independientemente, más bien dependen de causas y condiciones. Transforma las circunstancias adversas por medio del pensamiento, generando la visión correcta del universo.
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YO SOY una fuerza de la Llama de la Resurrección de Dios y la Llama del Amor Divino Transfigurador hacia todos los puntos en mi universo.
El “yo” no existe de manera real y el “otro” tampoco existe por sí mismo. Pensar que el “yo” tiene una existencia verdadera es un concepto erróneo. Si somos capaces de comprender que ni el “yo” ni el “otro” (todo lo que no es el “yo”) tienen una existencia real, podremos eliminar la infelicidad y destruir el ego.
Hasta aquí hemos venido hablando de cómo transformar las circunstancias adversas en el camino a la Iluminación y, este tipo de pensamiento no sólo debe darse cuando nos encontramos con circunstancias negativas sino también cuando experimentamos situaciones de felicidad o bienestar. En condiciones positivas debemos saber explicarlas pensando que éstas se han producido debido a un karma positivo.
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