por Wayne W. Dyer
Calcular el número de semillas en una manzana es muy fácil. Pero, ¿cuántos de nosotros pueden llegar a establecer el número de manzanas latentes en una semilla?
Nadie puede precisar el número de manzanas que se encuentran en una semilla porque la respuesta es el infinito. ¡Lo interminable! De eso precisamente trata el principio de la abundancia: la interminabilidad.
Parece una paradoja, porque nosotros en calidad de formas humanas empezamos y finalizamos en un momento determinado, y en consecuencia la interminabilidad no forma parte de nuestra experiencia en la forma. Pero resultaría difícil de imaginar que el universo conoce fronteras, o que sencillamente finaliza en algún punto. Si en efecto así fuera, ¿qué existe al final y qué se esconde detrás de ese final? Por consiguiente, me atrevo a afirmar que no existe final en el universo, y que no existe final en ninguno de sus componentes cuando este principio forma parte de su vida.
Ya hemos observado que una gran parte de lo que somos carece de forma, y que esta parte (el pensamiento) no conoce limitaciones. Según esto me atrevo a concluir que nosotros tampoco tenemos un punto final conocido.
De esta manera, la abundancia, carente de límites y fronteras, se convierte en la clave del universo. Se puede aplicar tanto a nosotros como a cualquier otra cosa de esta única canción. Es la respuesta del universo a nuestra creencia en la escasez. Deberíamos ser conscientes de la abundancia y de la prosperidad y dejar de considerar la escasez como la piedra angular de nuestra vida.
Si nuestra mentalidad se basa en la escasez, ello significa que creemos en ella y que evaluamos la vida en términos de lo que le falta. Si prestamos excesiva atención a la escasez, estamos gastando nuestras energías en algo que no tenemos y esta experiencia contagia al resto de nuestra vida. La historia personal de mucha gente se resume en frases como: “Sencillamente no tengo suficiente”, “¿Cómo puedo creer en la abundancia si mis hijos no tienen toda la ropa que necesitan?”, “Sería mucho más feliz si tuviera…”. La gente cree que en su vida faltan ciertas cosas porque la suerte no les sonríe, en vez de reconocer que su sistema de pensamiento se basa erróneamente en la escasez. Sin embargo, deberían saber que en tanto no dejen de vivir según esa mentalidad centrada en la escasez, eso es lo único que conseguirán en sus vidas.
Todo lo que se necesita para eliminar esta situación en la vida ya se encuentra en el mundo que habitamos y respiramos día tras día. ¿Dónde, si no, podría estar? La verdad es que hay suficiente para que todos encontremos nuestro lugar y todos formemos parte del mismo. Una vez aprendamos esta lección, comprenderemos que en nuestro caso particular este principio funciona en numerosos sentidos. Todas las personas que conozco que han pasado de una vida basada en la escasez a una vida colmada de abundancia, han descubierto la forma de creer y vivir según este principio. Me estoy refiriendo a todas y cada una de ellas. Pero, ¿cómo podemos deshacernos de esa mentalidad centrada exclusivamente en la escasez?
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Vaya más allá de una conciencia de la escasez
El primer paso hacia la consecución de una mentalidad liberada de la visión de escasez consiste en estar agradecidos por todo lo que somos y poseemos. Sí, sí, dar las gracias, plenamente convencidos y apreciando el gran milagro que todos constituimos. El hecho de estar vivos. El hecho de tener ojos, oídos, pies, y de estar aquí en este maravilloso sueño. Esfuércese por empezar a pensar en lo que tiene, en lugar de fijarse en lo que echa de menos.
No le falta nada. Naturalmente, ¿cómo puede faltarle algo en un universo perfecto? Cuando usted comience a dar las gracias por lo que le ha sido concedido (el agua que bebe, el sol que le calienta, el aire que respira, y todo lo que supone un don de Dios) estará poniendo en funcionamiento todos sus pensamientos (toda su esencia) para centrarse en su humanidad y en la abundancia.
Recuerde que usted es una célula en un cuerpo humano y que esa célula requiere armonía interna para cooperar de buen grado con las células vecinas. Cuando actúe de esa forma, su energía se transformará en el milagro del ser que está aquí y ahora. Y mientras se concentra en el milagro que usted encarna, es imposible que se fije en lo que no es o en lo que parece faltarle.
A medida que vaya dando las gracias, amplíe la lista de las cosas por las cuales debe sentirse agradecido. Relaciones, ropa y comida, el dinero que pueda tener, todas sus pertenencias, todo con lo que cuenta en esta vida. Me refiero a todo sin excepción. El lápiz, la silla, todo. Empiece a pensar en lo agradecido que debe sentirse por tener esos objetos que tan bien le van cuando los necesita. Piense en ellos como si se los hubieran prestado por algún tiempo, antes de utilizarlos nuevamente.
En cuanto aprenda a sentirse agradecido a todo el mundo y a todas las cosas que le rodean, y a apreciar su propia humanidad, se hallará en el buen camino, rumbo a la eliminación de la mentalidad basada en la escasez.
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Aquello en lo que usted concentre sus pensamientos se expande
Léalo de nuevo. En realidad resulta bastante ilógico. Aquello en lo que suele pensar más acabará siendo lo que usted elija para ampliar. Por ejemplo, si tiene algunas deudas y algo de capital, y se concentra en lo que sí tiene, entonces seguramente se dedicará a ampliar esa cantidad de dinero que posee. Si ese capital consiste en quinientos dólares y sus deudas ascienden a cinco mil, y sólo piensa en el dinero que tiene, sin duda tendrá que hacer algo con él. Todo lo que decida con respecto a él, siempre que sea en un sentido positivo, se verá recompensado con una ampliación de capital. Y al revés, si usted sólo se fija en su situación de moroso y se recuerda constantemente el estado de pobreza en el que se encuentra, eso es lo único que obtendrá, más pobreza. Esto se ve muy claro en casos sobre enfermedades de poca importancia. Por ejemplo, si usted sólo piensa en el resfriado que ha tomado y siempre se queja de lo mal que se siente, acabará con un resfriado perenne. Es decir, su energía se concentrará en el resfriado del que usted parece estar tan orgulloso. Pero si, por el contrario, piensa en el resto de su cuerpo que se encuentra perfectamente bien, y comenta a los demás su casi inmejorable estado de salud, acabará gozando de una salud de hierro.
Todos actuamos según las pautas de nuestros pensamientos. Estos pensamientos se convierten en nuestra experiencia diaria; en consecuencia, si usted gasta una gran cantidad de energía vital concentrándola en la escasez, en eso convertirá su vida.
Todo lo que en realidad hacemos es ayudarle a concentrarse en aquello en que desea convertir su vida. Para experimentar cualquier cosa que se aleje de la abundancia usted debe resistirse con todas sus fuerzas a ella y concentrarse en la escasez. Cuando usted vive y respira prosperidad bajo la creencia de que todo existe en grandes cantidades y cree tener el derecho de llegar a poseer todo lo que desee, entonces empieza a comportarse con respecto a usted y a los demás según este principio. Este convencimiento se aplica a la adquisición de riqueza, la felicidad personal, la salud, los logros intelectuales y todo lo demás. Tiene relación con una vieja promesa bíblica: “A aquel que ya posee, más se le concederá”. Y realmente así es como funciona. Este universo es una gran empresa que resulta difícil de comprender desde la perspectiva de nuestros limitados cuerpos. La abundancia reina en todos los rincones del mismo. Los únicos límites que afrontamos los “inventamos” creyendo en ellos.
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